Stéphane Hessel acaba de publicar un librito -excelente idea para la difusión de mensajes de gran calado- en el que nos invita a no resignarnos, a indignarnos.
Ya lo ven: la colección está dedicada a “los que caminan a contraviento”, nombre que se dió a los Omahas, pueblo indio de Norteamérica cercano a los Sioux.
Stéphane Hessel, a los 93 años, en su “última etapa”, reclama, volviendo a sus raíces, un compromiso público de resistencia, de defender la dignidad humana en todo momento, de no ser testigos impasibles y adormecidos.
“Necesitamos, hoy más que nunca, los principios y valores que nos guiaron y debemos velar juntos para que nuestra sociedad no abdique de los mismos”. Y menciona el tratamiento a los inmigrantes, los logros de la seguridad social, el inmenso peligro de unos medios de comunicación en manos de los más acaudados…
Y sigue: es imprescindible “la instauración de una verdadera democracia social y económica, en la que los intereses particulares se subordinen al interés general”… y se asegure la “libertad de prensa, su labor de independencia en relación al Estado, los poderes económicos y las influencias extranjeras”…
Si hay una persona con autoridad moral para hacer estas reflexiones y ser escuchado es Stéphane Hessel, el único co-redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que vive, lúcido, que nos llama, por el apremio de los años y las circunstancias actuales, a la “insurrección pacífica”. ¿Fue él quizás quien en el 2º párrafo del preámbulo de la Declaración Universal escribió que los seres humanos pueden verse “compelidos” a la rebelión?”
“La indiferencia, advierte, es la peor de las actitudes”. Debemos reaccionar.
Liberado a última hora de los campos de concentración de Duchenwald y Dora, Hessel nos da la lección suprema de su imparcialidad cuando confiesa que su “principal indignación la constituyen hoy Palestina, la Banda de Gaza, Cisjordania… donde el ejército israelí ha actuado de manera absolutamente condenable: 1.400 muertos del lado palestino frente a 50 heridos del israelí… Que los judíos perpetren crímenes de guerra es inadmisible”, concluye.
Y añade: “Estoy convencido de que el porvenir pertenece a la no-violencia, a la conciliación entre culturas distintas”.
“A quienes construirán el siglo XXI les digo con gran afecto: crear y resistir. Resistir es crear”.
Al acabar de leer estos mensajes tan oportunos, he pensado en la sabiduría de mi madre, que me aconsejaba descansar lo justo y dormir lo imprescindible para aprovechar el misterio de la vida, cuando a finales de los años 40 (tenía yo 16) me recomendaba: “Si quieres ser feliz, no aceptes nunca lo que consideres inaceptable”.
Sí: ¡indignémonos!
“No tengamos tanta paciencia”, decía José Saramago.
Gracias, Stéphane Hessel: ojalá viva todavía cuando se inicie la insumisión pacífica que preconiza.
Aunque, esté donde esté entonces, sentirá la brisa de nuestra gratitud.
Por Federico Mayor Zaragoza en “La fuerza de la palabra”
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