El 25 de noviembre fue declarado Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 54/134 el 17 de diciembre de 1999 a propuesta de la República Dominicana en conmemoración del brutal asesinato el 25 de noviembre de 1960 de las tres hermanas Mirabal, opositoras al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
Ya en 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la que se definió la “violencia contra la mujer” como:
Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada.
Y ahora… en noviembre de 2015 tristemente tenemos que seguir conmemorando tan aciaga fecha porque la realidad y las cifras nos siguen diciendo que la violencia contra las mujeres se sigue ejerciendo en todos los rincones del mundo y en todos los estratos sociales.
En el día en que se escriben estas líneas, según las cifras registradas en el Portal Estadístico de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género en España el número de víctimas mortales es de 41 mujeres, 5 de ellas en el último mes. Esto significa que en España, país miembro de la Unión Europea y de la OCDE y de la OTAN y de la ONU y de no sé cuántos organismos más… una mujer muere a la semana por el hecho de ser mujer.
Pero la violencia machista y patriarcal que se ejerce sobre la mujer no es solamente la agresión física y/o psicológica, también lo es la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual: una forma de esclavitud que convierte a las mujeres en una simple mercancía y uno de los tres negocios ilícitos más lucrativos junto al tráfico de drogas y el de armas. Y esta actividad se desarrolla a plena luz del día, entre las sombras de la noche y al clarear la mañana en este distrito, en el polígono de Marconi, bajo la aparente indiferencia de las autoridades.
Como vecin@s del distrito no podemos permanecer impasibles ni indiferentes ante esta situación. No es sólo una cuestión de “estética urbanística” o seguridad ciudadana o un asunto de salubridad e higiene. Es mucho más que todo eso. Es una cuestión de conculcación de los Derechos Humanos y debemos instar a nuestros representantes en los diferentes estamentos gubernamentales a poner fin a esta situación
Deja una respuesta