Vecinos de la incineradora de Valdemingómez alertan de su peligrosidad y descontrol y solicitan solidaridad y programas electorales orientados hacia Residuos Cero.
A la población de la Comunidad de Madrid, de Madrid capital y a las candidaturas electorales de estos territorios.
Vecinas de la zona de la Cañada Real Galiana, de Rivas Vaciamadrid, del Ensanche y Vallecas Villa y trabajadoras del complejo de Valdemingómez, alarmados por el alto nivel de incidencia de graves enfermedades, que podrían derivarse de su proximidad a la incineradora y el complejo de Valdemingómez, llevan años estudiando el estado del control de la incineradora y sus riesgos y están todavía mas alarmados por el nivel de descontrol de la misma.
Debido a ello 9.816 vecinas y vecinos realizaron una denuncia a la Fiscalía General del Estado en 2013, que esta rechazó tramitar y ahora algunos de los mas afectados están preparando otra denuncia judicial contra la incineradora.
Además reclaman la solidaridad del resto de habitantes de la Comunidad de Madrid para acabar con esta situación y evitar que se agrave.
Entre los próximos denunciantes y familias, habrá bastantes enfermos graves y familiares fallecidos, que podrían serlo como consecuencia de las emisiones tóxicas de la incineradora y el complejo de Valdemingómez.
Cada vez hay mas estudios que avalan los riesgos de vivir o trabajar en las proximidades de instalaciones de tratamiento de residuos, como incineradoras o vertederos, como recoge un informe de investigadores del instituto Carlos III.
Desde 1996 la incineradora está emitiendo a la atmósfera graves sustancias contaminantes. Algunas se controlan como las dioxinas, furanos, metales pesados, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre, compuestos orgánicos volátiles, partículas, etc. Las mediciones de todas ellas no superan los límites establecidos. Sin embargo algunas de ellas (dioxinas, furanos, metales pesados) son bioacumulativas y persistentes en los suelos, plantas, animales y personas del entorno, por lo que sus efectos no dependen solo del nivel puntual de la exposición, sino del tiempo de exposición a esas sustancias y estamos hablando de casi 20 años de emisiones. Por otra parte una buena parte de los controles (los de los contaminantes bioacumulativos por ej.) no son continuos, sino periódicos, unas horas de medición cada tres meses, para cada uno de los tres hornos de la incineradora. Esto permite a los gestores de la planta seleccionar los tipos de materiales a incinerar que menos contaminantes producen, sobre todo por que las inspecciones no pueden ser por sorpresa, ya que se obliga a las inspecciones a comunicarlas previamente. Debido a esto se puede apreciar en las estadísticas de emisiones publicadas una significativa “mejora” de los resultados de las emisiones con controles no continuos respecto los controles en continuo.
Además hay muchas sustancias que deberían controlarse, por su carácter cancerígeno, mutágeno o por sus efectos nocivos sobre la reproducción, que no están siendo controladas en absoluto, a pesar de que las leyes obligan a su control.
Tampoco se tienen en cuenta los efectos acumulados por la existencia de múltiples fuentes contaminantes en el complejo (incineración de gases de vertedero, de gases de biometanización, antiguo vertedero, vertedero de tóxicos, vertedero de inertes) que no se consideran de forma conjunta sino como si fueran únicas. Se han ampliado los tipos de residuos a incinerar sin permitir la participación pública en las autorizaciones correspondientes.
Pues bien en este panorama nos encontramos que la empresa propietaria de la incineradora Tirmadrid S.A. tuvo que solicitar una Autorización Ambiental Integrada y la obtuvo en el año 2008, pero sin realizar un estudio de impacto ambiental, como obliga la ley y sin que la Administración medioambiental de la Comunidad de Madrid se lo requiriera. De esta forma, ni se han estudiado los efectos sobre el medioambiente y las poblaciones próximas, que el funcionamiento de la planta durante sus primeros 12 años de existencia pudieran haber provocado, ni se han tomado las medidas adecuadas para el control de las emisiones (se obliga a informar de la inspecciones no continuas), ni se han controlado nuevas sustancias, que no era obligatorio controlar en el momento de la primera autorización, ni se tienen en cuenta los efectos acumulados de todas las plantas del complejo, esta reducción del procedimiento de autorización (la falta de estudio de impacto ambiental) facilitó la no participación pública, en la AAI, que es escandalosamente llamativa.
Por si fueran pocos los problemas de la incineración de residuos en Madrid la cementera de Morata lleva desde el año pasado haciéndolo. Además el Ayuntamiento de Madrid lleva tiempo anunciando una posible ampliación de la Incineradora de Valdemingómez.
Por todas estas razones vecinas y vecinos que habitan en las inmediaciones del complejo de Valdemingómez, están preparando una denuncia judicial. Pero además de pedir la solidaridad de los habitantes de la Comunidad de Madrid para esta denuncia y la solicitud de paralización de las instalaciones hasta que no se cumplan todos los requisitos legales para su funcionamiento, pedimos a las candidaturas que se presenten a las próximos procesos electorales que defiendas alternativas que permitan eliminar de forma definitiva estas instalaciones y defiendan alternativas que reduzcan, reutilicen y reciclen los residuos, evitando su incineración y eliminación en vertederos, por lo que supone de desaprovechamiento de materiales valiosos y por los riesgos que supone para el medioambiente y la salud de las poblaciones humanas y animales próximas a dichas instalaciones. En definitiva que avancemos hacia los Residuos Cero.
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