La mujer y el hombre somos seres libres
El nuevo proyecto de ley del aborto es una regresión histórica, que nos lleva al franquismo, y un atentado contra los derechos de las mujeres
No es necesario subrayar que la nueva ley del aborto es una vuelta a las cavernas del franquismo porque es una verdad que cae por su propio peso y porque la inmensa mayoría de los españoles se ha mostrado contrario a ella.
Opiniones multitudinarias aparte, pretender que poco importa que el hijo que va a venir vaya a tener graves malformaciones y que por tanto no se justifica el aborto aunque sea en las primeras semanas del embarazo, no es una cuestión ideológica sino de otro orden ¿político tal vez? ¿religioso?
Como si se tratase del eterno retorno de lo mismo, a lo que cada vez más nos tiene acostumbrados el PP, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, alentado por movimientos nacionalcatólicos y organizaciones “pro-vida” vuelve a plantear las mismas cuestiones capciosas de siempre: si estás a favor de la vida, avalas las tesis del ministro y sus correligionarios; si te opones a sus pretensiones, ¡estás defendiendo la muerte!
Anuncia Gallardón que en octubre presentará un proyecto de nueva ley del aborto basada en un planteamiento de supuestos (descartando además el de malformación del feto) en lugar de una ley de plazos, tal como existe en la gran mayoría de los países europeos (por ejemplo, 12 semanas en Austria, 14 en Alemania, 18 en Suecia y hasta 24 semanas en Holanda). Solamente Malta e Irlanda acompañan a la ley Gallardón. Quieren atar a la pata de la cama de nuevo a la mujer, para que justifique a qué caso o supuesto se acoge, quieren hacerla depender otra vez de criterios, tutelas y veredictos ajenos, suplantando su derecho a decidir.
Es justo decir que siendo plausible la preocupación del ministro por las personas discapacitadas, encaja mal con algunas medidas del Gobierno como los amplios recortes en la Ley de Dependencia, los obstáculos para adquirir o renovar sillas de ruedas y material protésico, la incuria con enfermos graves y crónicos o las secuelas del medicamentazo entre los más débiles, además de ir a contra corriente con la gran mayoría de científicos sobre los criterios relativos al feto.
Qué es lo que verdaderamente hay detrás de este proyecto.
En su camino como alternativa a Rajoy en la Presidencia del Gobierno, Gallardón quiere congraciarse con un amplio sector de su partido que siempre le han visto algo alejado de sus posiciones y además atraer a su corral a los lobos ultracatólicos y “pro-vida”, que hasta hace muy poco ocupaban las calles, jaleando contra Zapatero (poniendo de nuevo en marcha un sempiterno trasvase de favores: quid pro quo).
A cualquier persona decente debe repugnarle el empeño de algunas personas y organizaciones afines al PP y al mundo ultracatólico en presentar a la mujer que decide abortar como una persona nefanda y egoísta. Ignoran así que se trata siempre de una decisión muy compleja y difícil, y que las mujeres que deciden la interrupción del embarazo merecen el respeto y el apoyo incondicional, pues, aunque no lo crean, les mueven principalmente su conciencia y la opción por la vida humana digna.
Los movimientos “pro-vida”, católicos y del PP opuestos al aborto, tienen un burdo y grueso concepto de la vida humana, como si vivir consistiera básicamente en respirar, comer, beber, orinar y defecar. Cuando habla Gallardón de vida humana, debería aprender muy mucho de lo que plantean y se plantean las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, muy en consonancia con la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Así, como ministro de Justicia, debería velar porque todos y cada uno tengamos realmente y sin distinción los mismos derechos y libertades (Declaración de los Derechos Humanos ONU artículos 1, 2). De la misma manera, la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce el derecho de toda persona a la seguridad social, así como los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad (artículos 22 y 23). Gallardón tendría también en cuenta en su nueva ley del aborto que vida humana es también derecho al descanso y al disfrute del tiempo libre (artículo 24). Vida humana es salud y bienestar, e implica necesariamente alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica, servicios sociales necesarios, seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez, etcétera (artículo 25).
Vida humana para AMAL es poder decidir sin obligar a nadie a ser o hacer lo que no quiera; es también erradicar la superstición, el miedo, la irracionalidad y cualquier supuesto mundo que pretenda arrebatar la identidad del mundo real. Por eso el proyecto de ley del aborto de Gallardón es una regresión histórica y un atentado contra los derechos de la mujer.
Vida humana para AMAL es también la conciencia, la libertad y la decisión libre y responsable de la mujer.
Es indignante que los que defienden la anulación del aborto en los casos de malformación del feto con el pretexto de defender la vida, sean los mismos que durante veinte siglos han vivido de privilegios y riquezas, de matanzas y guerras, y que lo siguen haciendo hoy si es preciso para sus intereses; los mismos que aplicaron la muerte en la hoguera y las torturas durante la siniestra Inquisición que ellos fundaron; los mismos que contemplaron impertérritos los cientos de miles de crímenes que en nombre de Dios cometieron los fascistas españoles, de todo lo cual ni se han arrepentido ni han pedido perdón, es más, siguen luchando para recuperar un poder terrenal, que no celestial, con el que ejercer en el mundo entero el macabro camino de la marginación, la tortura y la muerte. Aunque en las escuelas españolas no se hable jamás de ello.
Por otra parte, es una vuelta de tuerca más a la carga de la injusticia contra los más débiles, las clases trabajadoras, pues a las mujeres que no pertenecen a su élite no les quedará más remedio que abortar clandestinamente, en condiciones higiénicas y médicas tantas veces deplorables con el consiguiente peligro de sus propias vidas. Así es el mundo que nos ofrece este gobierno: ventajas para los ricos y especuladores, desventajas para los pobres. Pero esto no afecta el sentido moral del señor Ministro, sólo el aborto araña a su sentido moral. Como en los mejores tiempos del oscurantismo religioso, como en los peores tiempos de la Dictadura.
Es necesario recordar que en 1976 el Tribunal Supremo acreditaba 300.000 abortos clandestinos al año y una secuela mínima de 3.000 muertes de aquellas mujeres que no tenían la capacidad económica para hacerlo en Londres.
Sabemos que hay colectivos católicos que están en contra de la nueva ley del aborto que Ruiz Gallardón se está sacando de la manga, son múltiples: católicos honestos que siguen el debate de la comunidad científica sobre cuándo comienza a existir un ser humano y en consecuencia saben que no puede haber ningún dogma de fe sobre ello. Por esto son muchos los teólogos cristianos y con ellos muchos los colectivos que la rebaten, AMAL luchará junto a ellos contra esta inmunda ley.
Dado que el número de abortos se ha mantenido estable tras la última reforma, el debate que se avecina tiene fuertes tintes ideológicos. Lo que el PP discute es, sobre todo, que se defina el aborto como un derecho de la mujer, como hizo la Ley de Salud Sexual y Reproductiva.
La educación es la base para libertad de elección y el librepensamiento.
Por tanto, partiendo de la base de que cualquier embarazo no deseado es un fracaso educativo y asistencial, su interrupción se convierte en un problema de salud pública al que hay que dar solución a través de políticas de salud sexual y reproductiva, como establece la Organización Mundial de la Salud (OMS). Políticas que el actual Gobierno no acepta, tampoco.
Las únicas políticas eficaces para prevenir los embarazos no deseados, son las políticas públicas basadas en la información y formación sexual, la difusión de métodos anticonceptivos y el acceso y disponibilidad de dichos métodos. Muy poco de esto se realiza, en la actualidad, por los sistemas sanitario o educativo públicos, incluido el cumplimiento de la actual ley, algo pacata, por cierto, al permitir la objeción de conciencia y no garantizar el cumplimiento de la ley en la sanidad pública.
AMAL como organización atea y librepensadora se pronuncia rotundamente por la libertad de la mujer a decidir sobre TODO lo que afecte a su vida y lucharemos para avanzar en el camino que nos lleve a una sociedad donde la igualdad y el librepensamiento sean un bien común.
AMAL- Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores
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