España es el 2º país del mundo en líneas de alta velocidad, sólo superada por China, inmenso país muy poblado, y es que España tiene una red con una extensión en uso y construcción muy superior a las de Japón, Francia y Alemania, países todos ellos con una renta per-cápita y una población mucho mayor que la española.
En Mayo de 2009 el Secretario de Transportes norteamericano Ray LaHood visitó nuestro país, invitado por el Ministerio de Fomento, al objeto de conocer las líneas de alta velocidad españolas, le gustó mucho el funcionamiento de las instalaciones, pero al revisar los costos de inversión y mantenimiento les dijo “¡Ustedes son muy ricos!”, y según parece también añadió “nosotros no nos lo podemos permitir”, ¡y hablamos del país más poderoso y rico del planeta, con un PIB 15 veces mayor que el español!. Esto nos puede dar una idea de la clase de locura y despilfarro que han cometido los gobiernos españoles de la última década.
Hasta la fecha el gasto comprometido es de unos 50.000 millones de euros, de un total de más de 82.000 millones, comparado con esto, hay que tener en cuenta que el Ministerio de Economía cifró en 1.530 millones de euros el ahorro por la congelación de las pensiones, lo cual puede dar una idea de la magnitud del despilfarro comparado con el ahorro previsto gracias a las medidas brutales de ahorro, vía recortes sociales, que se están tomando siempre a costa de los más desfavorecidos
Voy a dar un repaso, no sistemático, a la inmensidad del despilfarro, de los “pelotazos” que se han dado en los temas de infraestructuras públicas, las cuales tienen no poca culpa del problema de no sostenibilidad del déficit público y que, contrariamente a lo que debería pensarse, esta misma dinámica continúa en la actualidad , pues tenemos exactamente a los mismos políticos, que continúan sin freno los proyectos faraónicos y ruinosos, método seguro para los “pelotazos” a los que son tan adictos nuestra clase política, a pagar en una primera fase por el crédito de bancos y cajas de ahorro, luego a través de la deuda pública y por último vía los “rescates” del BCE, es decir, por los ahorradores alemanes, que no es de extrañar que estén ya algo hartos de una dinámica que amenaza con llevar a todos los países de la UE, incluida Alemania, al abismo.
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