Excursión Cotos-El Paular, 08/11/2008
Para el sábado 8 de noviembre de 2008, nuestro guía nos había ofrecido una bucólica excursión anunciada como “Recogida de setas y todo en bajada”. Escépticos ante la segunda premisa nos dimos cita en la estación de Villaverde pertrechados con nuestras cestitas como lindas/os caperucitas/os.
Éramos pocos (36) pero aguerridos y a las 10.30 h nos encontrábamos en el Pto. de Cotos dispuestos a emprender lo que el vulgo conoce como Ruta del Valle del Lozoya (sector Cotos-El Paular) o ruta verde 1. Dejando la carretera de acceso a Valdesquí atravesamos una pradera alfombrada de suave nieve, próxima al refugio del Pingarrón, mirador excelente de Cabeza Mediana, el Pinar de los Belgas, Peñalara y las Cabezas de Hierro. Allí mismo empezaron las hostilidades, o gran batalla de bolas de nieve, entre el sector menudo y no tan menudo, batalla que se prolongó hasta que al perder cota desapareció la nieve y empezaron a cobrar protagonismo los dueños de las cestas y navajas seteras.
Pillamos mogollón de setas, muchas de ellas preciosísimas como las amanitas muscarias, de las de los enanitos de los cuentos, pero Agustín, nuestro experto setólogo, nos desilusionó enseguida diciéndonos que eran venenosas. Otras si se podían comer, como los boletus anillados, setas de los caballeros, setas de pié azul, macrolepiotas procera y ¡un solo boletus pinícola!, eso sí, enanito. Nuestros pequeños se lo pasaron pipa con la didáctica micológica y los mayores aprendimos el porqué los enanitos de Blancanieves van cantando a trabajar en la mina, pero esto es tema de otra crónica.
También sorteamos arroyos turbulentos, con protagonismo absoluto del Angostura y el Aguilón, padres del Lozoya, subimos un par de cuestas abajo invertidas, gentileza de nuestro querido guía y nos reconfortamos con tortillas, bocatas y hasta un té en otra pradera de cuento.
Finalmente, tras unas fotos en el pequeño embalse del Pradillo, llegamos a La Isla y al final de la excursión. El regreso en autocar estuvo amenizado por Nando y su guitarra con el Coro Incoloro, que machacaron sin pudor varias canciones de los 80, culminando con La Marsellesa en homenaje a nuestro compañero Adrien, el francés.
Ya en Villaverde, reparto de setas comestibles y de las otras y un recuerdo a los ausentes por la maravilla que se habían perdido. Y aviso a los perezosos: Julierpha no es lo que era, también existen excursiones light.