Después de dos años, Pandemia y Filomena de por medio; la resistencia de VillAlto vuelve a las andadas.
La convocatoria viene como siempre de la Asociación Vecinal La Incolora que reúne a un grupo de gentes de mil colores para ir al Bosque de la Herrería.
Los nervios del reencuentro amenizan la mañana y felizmente la tropa caminante es puntual y partimos a las 9.40 con los 10 minutos de tolerancia.
El sol luce desde temprano en los Madriles y al llegar a la sierra brilla aún más.
El equipo guía se pone al frente, y nos enrumba hacia el monte. A poco de empezar la caminata nos encontramos con una calzada romana en buenas condiciones, y seguimos con una subida moderada hacia la Silla de Felipe II.
En el camino nos encontramos simpáticas vacas y serios toros que nos saludan moviendo la cola, hermosos caballos y setas salidas del país de Los Pitufos, de colores y formas que nos hacen volar la imaginación.
Después de coronar la Silla de Felipe II; vemos unas espectaculares vistas de la sierra y hacia lo lejos: el bello pueblo de El Escorial. Nos zampamos el primer aperitivo con los alegres juegos de la gente menuda que corretea feliz y sin mascarillas por el campo. ¡Nos hacemos la foto de familia, felices porque somos más y con muchas familias jóvenes y pekes, que nos hace pensar que hay Incolora para rato!
A partir de allí, visionamos la bajada y hala; a caminar… Al comienzo, el camino es un poco complicado por los pedruscos y ramas secas, luego se va haciendo más agradable con sol y sombra, como la vida misma.
¿A qué hora se come?, ¿Cuándo se llega?, se escucha y nos responden: ya queda menos, ya queda menos…
Cuando ya no aguantábamos el hambre, llegamos por fin a una hermosa planicie verde con merenderos incluidos.
Abrimos velozmente las mochilas y bolsas para sacar bocatas, frutas y demás; algarabía y paz.
Que dura poco, pues hay un equipo animador y la gente menuda se entretiene con diversos juegos y un paracaídas de colores que es el centro de juegolandia.
Una de las caminantes es Magali, que junto a su guitarra nos deleita con unas hermosas canciones infantiles y de trova. ¡Otra!, ¡Otra! siempre queremos más; al ritmo de su voz jugamos y cantamos.
La hora avanza y toca volver, Felicidad es el sentir general; de vernos, de pasear en naturaleza con la gente más maja que conocemos. Bueno, también sentimos un poco de cansancio. Ya en el autobús siguen las charlas y canciones viajeras. ¡Llegamos a la Estación, con ganas de repetir excursión!
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