Primera excursión del curso
Queridas hordas incoloras, mareas verdes, rojas, blancas, negras, violetas y otros mareados mojados por las cientos de circulares del Juliserpa. Después de tener un referéndum de cambio, que no de independencia en este caso, hicimos un rodeo como con el Congreso el día 25, y del puerto de la morcuera/canencia nos dirigimos a la “Franja de Garza”. ¿Qué donde está eso? Se lo hemos preguntado al ministro de educación y nos ha dicho que se trata del humedal con mayor riqueza faunística del centro de la península. Es el último representante de un ecosistema denominado tablas fluviales, formación que se produce por el desbordamiento de los ríos Guadiana y Gigüela, favorecido por la escasez de pendiente en el terreno. Con su declaración como Parque Nacional se dio un gran paso en la conservación de uno de los ecosistemas más valiosos de nuestro planeta, asegurando así, la supervivencia de la avifauna que utiliza estas zonas como área de invernada, mancada y nidificación.
¿Os habéis empapado? Pues claro que si, huimos de la lluvia de Madrid y a pesar de los paraguas y capas de agua nos mojamos
Salimos como siempre de Villaverde, con el retraso de siempre y los rajaos de última hora de casi siempre, pero muy contentos por vernos de nuevo y disfrutar de la compañía en el campo. En el viaje de ida hubo tiempo para compartir las vivencias veraniegas, ¡a mi me picó una miedusa!, pues a mi me picaron los pimientos de padrón del chiringuito… también de hablar de lo mal que esta la cosa, “fíjate si está mal que han dicho en las noticias que van a despedir a 1.000 empleados de la NASA porque no están para tirar cohetes”. Pero se respiraba buen rollito, recordamos las excursiones de la temporada pasada en un video, nos vimos en las fotos, también nos reímos un rato con los del Intermedio, y terminamos con un aplauso a las elocuentes palabras del cocinero Arguiñano.
Pasado Daimiel, algunos pataliebricos nerviosos pedían el cafelito de rigor, así pues fuimos a la busca y captura de un bareto. El primero nos salió rana, “eldelbar” ( camarero en élfico) se rajó al ver las hordas incoloras. Pero a la segunda fue la vencida, justo en la entrada al parque nos esperaba el humeante cafetito y otras delicatesen que reconfortaron al caminante y despejaron los nubarrones para que viéramos la luz del sol.
A eso de las doce llegamos a nuestro destino, después de unas breves palabras de nuestro guía espiritual: ¡A las cuatro y media aquí, no creo esta vez que nos perdamos… Santi te nombro cicerone del grupo por mis… por mi potestad! Dicho esto se desplegaron las huestes, desfilaron mochilas, paraguas, bastones, prismáticos y cámaras de “retretes”, perdón, quería decir retratos en que estaría pensando.
Nos esperaban unos pocos kms de pasarela que rodean el paraje, y pudimos disfrutar de un bonito espectáculo, flora y fauna, acompañados de un solecito que nos alegraba la vista. En la caseta de observación dedicamos un tiempo a contemplar algunos ejemplares de las muchas aves acuáticas que hay en las tablas, no me acuerdo apenas de sus nombres solo se me quedaron algunos porque dieron para la guasa o para contar algún chiste, y para más de una receta culinaria: la polla de agua, siguiendo con el tema, el pito real (no tiene que ver con la otra pierna del rey), la garcilla boyera (bueyera), “¡ahí va nadando un pato a la naranja, un magret de pato…! ¿cua, cua, cua? Pues cual va a ser…”
Los niños disfrutaron como “enanos”, descubriendo escorpiones acuáticos y nos lo hicieron pasar bien con sus chistacos y adivinanzas: “¿qué le dice un jardinero a una jardinera? seamos felices mientras “podamos” , y la verdad qué felices disfrutando de tanta maravilla hasta que se puso a llover. Y como no, para seguir la tradición, las dispersión del grupo que queda dividido en dos o en tres. Unos tiraron para el centro de interpretación, otros al área recreativa y los que estuvimos en otro de los observatorios de aves que se transformó por momentos en un comedero de pajarracos y aberronxos. Una vez allí estábamos tan agustito que desobedecimos las ordenes del guía juliserpa (el otro guía desapareció) que pedía abstinecia alimentaria hasta aunar a toda la tropa. Pero el instinto de supervivencia pudo más que el gurú incoloro, anda que tardamos mucho en abrir las mochilas y hacer desfilar “taperguares”. ¡Toma la bota de vino Julio y come!
Fue como ver un documental de National Geographic mientras comes. Este restaurante era espectacular, con vistas al lago, viendo nadar a los patos, a las garzas y cormoranes revoloteando por allí. La carta no fue menos: pisto, empanada, paella, quesos variados, caldo de cocido, ensaladas de pasta, vino de la ribera y de la mancha, la clásica poción Arsénica, café, puro (aire puro) y la copa vendría después en el bar. Tras una sobremesa de chistes y risas, sobresaliendo del mapa los peques Jesús y Jorge, retomamos pasarela de madera, y con lluvia de nuevo. Había que llegar como fuera al centro de interpretación (a cinco minutos o menos) allí nos estaría esperando el resto del personal. La sorpresa no se hizo esperar, no había nadie, se habían aberronchado en la barra del bar. Tras la interesantísima visita a la exposición del centro fuimos al encuentro de los compis. Momento de tomar otro cafetito y la copa deseada. Y antes de tomar el vuelo hacia los madriles, visitamos (algunos saltando la verja) el molino de Molemocho en donde pudimos contemplar el sistema para moler y los aperos utilizados en su época de funcionamiento. Una visita interesante e ilustrativa, como la “molinera” (decía un alma cándida). Lo que vino después ya no me acuerdo, fue subir al autobús y unos cantos de sirena (alguno de ellos en una lengua distinta) me hicieron entrar en trance profundo y a otros cuantos más creo yo. Llegada a la hora de siempre, los besos y abrazos consiguientes antes de coger el metro, otros remataron en la mancheguita y también los que recargamos para terminar en la protesta pacífica del 29 S. ¡Y esto, esto, esto es todo amiguitos!
Las Tablas de Daimiel dice
Nos ha gustado mucho vuestra crónica.
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Nando dice
Gracias, a mi también me ha gustado la crónica.