Última excursión del año. Sábado 1 de diciembre. Villaverde Alto. 8’30h de una mañana fría (como debe ser).
8’40, 8’45, 8’50 (cuarenta y tantos incoloros), 8’55 (dos más) y, por fin, 9h (los dos últimos). Lo de siempre: el metro, vivimos lejos… ¡MIL PERDONES! Carretera y manta.
En esta primera parte del trayecto, los incoloros parecen personas serias: sentados, cinturones abrochados… hasta la parada en Torrelaguna para el desayuno: 15′, que en el lenguaje incoloro son 30′. El conductor ya lo ha pillado y se presenta el último. Sigue un pequeño recorrido lleno de curvas hasta el pueblo de El Atazar (bonito hasta el nombre), donde empieza el recorrido. Nuestros líderes, Fidel (cabeza) y Alfonso (cola, je, je) nos aseguran tras reunirnos en una especie de corralito que ESTA VEZ NO HAY PÉRDIDA POSIBLE y empieza la enumeración: el recorrido es de 12 km hasta el Pontón de la Oliva, 5 de monte y 7 de río, es un GR 88 que coincide con el camino de Genaro, no confundir sendas con pistas, se gira a la derecha, se sigue siempre la margen del río… bla, bla, bla. A estas alturas de la explicación, los incoloros estaban perdidos en espíritu, el cuerpo lo tienen bien asentado recordando las porras que acababan de zamparse, echándose crema protectora…
Siguen a Fidel y poco a poco, oh milagro, van todos en fila india quitándose gorros, guantes y anoraks. El día acompaña, cielo despejado, sol espléndido y el camino rodeado de jara pringosa, romero, tomillo… Y los buitres acechando. Según el guía de cola, que a estas alturas va en el medio, era porque sabían que alguno ofrecía un buen bocado y era patoso. Todos caminaban muy modositos ¿Todos? Tres incoloros NO se perdieron, digamos que en vez de subir bajaron, y viceversa. Como el camino, senda o lo que fuere, era estrecho, no dio lugar a tertulias de tentempié ni grupúsculos ofreciendo avellanas, orejones, pistachos…
Hacia las dos y ante una visión muy bucólica de vacas en actitud de descanso, se sintió la llamada de la selva. Unos sugirieron comer ahí mismo, pero otros más sensatos (que los hay), aconsejaronn seguir para andar menos después de comer. Hacia las tres, la Incolora va entrando en el horario de invierno, TODO el grupo, SÍ, todos, sentaditos en una pradera semejante a la anterior, compartían sus viandas y bebían de todo. Sí, sí, las cuatro botas contenían brebajes secretos que producían efectos extraños: lanzaban cortezas de árbol, palos y ¡hasta las botas! con sus correspondientes daños colaterales (más bien cerebrales). Se levantó el campamento porque empezaba a refrescar y la segunda parte del camino fue aún más bonita y relajante que la primera.
Todo el grupo llegó al Pontón de la Oliva. Este embalse fue inaugurado en 1851 como si del aeropuerto de Castellón se tratara. A saber, lo construyeron presos, el ingeniero fue nombrado a dedo y funcionó muy poco tiempo porque tenía fisuras… Sin palabras.
A las 5’30, puntuales, subida al autobús. El trayecto de vuelta incoloro es sobradamente conocido: el fondo sur canta todo lo cantable, se sepa las letras o no y al llegar a Villaverde, fin de fiesta en la Mancheguita: cañas y tapas varias.
Deseos para 2013: Incoloros, NO CAMBIÉIS
Que nos toque la lotería incolora
¡Hasta la excursión dura de enero!
Nando dice
Muy buena crónica Mª de los Angeles!!! Pero te digo una cosa, yo soy uno de esos que dices que se perdieron, pero no fue así, sólo cogimos un atajo para unirnos al grupo, así es… Bueno feliz navidad y prospero 2012 a todos los incoloros y pataliebres. Besis