Ganas que habían del reencuentro caminante, con una baja temporal importante de nuestro Julierpas pero con confianza en el nuevo tándem guía de Alfonso y Fidel que nos prepararon una inolvidable excursión otoñal.
Ya en los previos Alfonso nos anunciaba un día regulín, pero la madre naturaleza se portó de lo mejor con este grupo caminante lleno de color. La estación De Villalto cobraba vida con la llegada de cada caminante, que cargando mochila provisora llegaba al punto de partida.
Como buen comienzo de curso no hubo tardanzas, bus casi lleno; procedimos disciplinadamente a guardar mochilas y más en la tripa del automotor…
Anuncio de cafelito y compra de pan en Riaza, conteo de excursionistas y nos enrumbamos. A partir de allí, charlas animadas, puestas al día y sin que nos demos cuenta nuestras retinas empezaron a deslumbrarse con los mantos multicolores que nos regala el otoño, el cielo nublado a esa hora nos regalaban un contraste inolvidable.
Bajamos en Riaza en busca de pan y cafelitos…con visita veloz a su linda plaza donde cuentan que sirven los mejores corderos asados de la zona, el olor a leña ya nos lo decía, bello pueblo que conserva hermosos balcones de hierro forjado rodeado de montañas.
Nos re-juntamos y para arriba; Antes de llegar y en pleno mareo de curvas el paisaje nos quitaba el aliento por la belleza de colores que nos regalaba, matices de amarillos, verdes, dorados, marrones y algún lago que completaba la mejor estampa de octubre.
Nos dejó el autocar, mucha gente caminera lista para subir, aunque habían gente madrugadora que ya bajaba de las alturas.
Como siempre, los guías nos engatusaron con alguna mentirijilla para animar a la tropa vaga, que si ruta alternativa flojita, que si patatinpatatán…pues el contramaestre Alfonso va y me contesta “si toda la ruta es vaga…una pequeña cuesta y lo demás bajada…” por allí se escuchan voces sabias que alertan de más subidas al estilo de una montaña rusa; pero la tropa de caminantes responde con altura: no hay caminos, se hace camino al andar y comienza su ascenso.
El clima se fue suavizando conforme pasaba la mañana y nos regaló con una temperatura amable y rachas de solecito cómplice para no enfriarnos. Los robles, hayas, pinos, musgos, pizarras nos vieron ascender y descender por la Sierra de Ayllón, de vez en cuando parábamos para tomar aliento y maravillarnos con el paisaje, fotos aquí y allá pero lo mejor queda en nuestras retinas.
Primer descanso, a compartir frutos secos, chocolates y demás antojos proteínicos; el otro contramaestre Fidel advierte que no se relaje nadie y nos dirige a nuestro destino montañero, aunque da tiempo de observar a dos buitres en su majestuoso vuelo y nosotros desde lo alto…hacia abajo se avista el pueblo de Villacorta. Luego de caminar y caminar, subir y bajar muchas veces; cuando empezábamos a dudar de todo y el cansancio, hambre, sed a notar: por fin llegamos a la altura máxima, premio merecido pues además había un comedor aéreo preparado para saciar nuestro hambre físico. Luego de unas rápidas miradas desde las alturas, desenfundamos nuestros bocatas, tuppers, thermos, etc. etc., no sin antes desplegar una pancarta de saludo y afecto a nuestro Julierpas…te queremos!
Este grupo caminante Incolora pataliebres es lo mejor, devoramos bocatas variados (había uno de medio kilo), selección de embutidos, quesos y demás especialidades de la casa, hasta llegar a los vicios como bizcochos, tartas variadas, galletas del famoso jengibre que dio mucho que hablar, las botas que nos regalaron con vino dulce y seco, inmejorables. Hasta los cafelitos de los más prevenidos.
Un mar de piedras y alfombra de hojas secas nos esperaban en la bajada y justo, justo cuando las rodillas empezaban a quejarse vislumbramos a la Ermita de Nuestra Señora de Hontanares. A 1.450 m. de altitud que era nuestro destino final para la cañita merecida y palmas fuertes para los guías y tesorero que se encargaron de organizar todo para disfrute del colectivo caminante; con algunas nuevas incorporaciones que fueron bienvenidas a este grupo inquieto, vuelta animada y extrañamente tranquila hasta Villaverde, un grupo entusiasta llegó a la Mancheguita para la cervecita de despedida de un hermoso día serrano.
Ederlinda dice
Muy buena crónica, detalla lo maravilloso que estaba el campo, la compañía tan agradable y el bien hacer de los guías, perdonando las mentirijillas normales, en cuanto a dificultad, pero fue fenomenal, faltó Julio,la próxima no te libras. Un abrazo a todos y gracias.