La aplicación de la norma confirma el temor de los profesionales que la rechazaban.
“Enorme decepción”, dice la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (Semg). “Un desastre”, califica la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid (Adspm). “Un caos tremendo”, remata el sindicato médico Femyts. Los profesionales nunca apoyaron la Ley de libre elección de la Comunidad de Madrid antes de que se aprobara. Y ahora, cuando se acaba de cumplir un mes de su entrada en vigor (15 de octubre), no han cambiado de opinión. Ni mucho menos. Con las nuevas normas en marcha y los problemas instalados en el día a día, entonan a coro un te lo dije y le piden cambios a la Consejería de Sanidad.
Las pegas son muchas. En general, los profesionales consultados están de acuerdo con la libre elección. Es un derecho del paciente, argumentan. Pero necesita de ciertas normas para que funcione. Los médicos han empezado a detectar que ciertas personas están cambiando de médico solo para conseguir una receta o una baja médica. El sistema, según una prueba realizada por un profesional, permite a una persona elegir a tres médicos diferentes en una tarde, que le visiten los tres y que le receten, por ejemplo, benzodiazepinas (un medicamento psicotrópico). La libre elección ha propiciado también que los cupos (el número máximo de pacientes) aumenten, lo que amenaza con saturar determinadas consultas.
Una carta abierta de Joaquín Morera, médico de familia en el centro de salud Mirasierra, en la que relata su primera experiencia con el nuevo sistema ha sido muy comentada en la blogosfera médica. “Hoy me han asignado el primer paciente por libre elección, un ciudadano de 53 años que, según él mismo ha comentado al solicitar el cambio, quiere que le atiendan en mi centro porque en el suyo solo mandan jarabes cuando tiene catarro. Le daba igual el médico que le asignaran y ha realizado su elección literalmente a dedo: pues este mismo”. Sanidad defiende que la libre elección permite comprobar qué profesionales son los mejor valorados para, en un futuro, recompensarles con incentivos.
Pero el verdadero problema que detecta Morera es otro: “Una vez asignado en nuestro centro ha solicitado que le viese el médico de urgencias. Yo no sé si le llegaré a ver algún día pero, interesándome por su salud y por conocer algo más de él, ha querido saber cómo podía acceder a su historia. La respuesta es que de ninguna manera hasta que acuda a consulta, se solicite su historia y nos la envíen desde el centro donde ha estado atendido hasta ahora, no sabemos cuántos días después”. La aplicación informática que permite consultar la información los pacientes desde cualquier centro aún no está lista.
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