Por primera vez en años, los profesionales de la sanidad pública madrileña estamos en huelga indefinida.
Desde el principio de la crisis hemos visto sustanciosamente mermado nuestro poder adquisitivo. Se han perdido muchos cientos de euros de las nóminas de cada mes, se retribuyen las guardias de los sábados como si fuesen de días laborables, se retiraron pagas extras, se suprimieron puestos de guardias, se dejó de radicalmente contratar, se amortizaron todos los puestos vacantes por jubilaciones y traslados, se dejaron de renovar contratos eventuales…
Nada de ello fue suficiente para que lleváramos a cabo ninguna clase de protesta corporativa. Los nuevos modelos de hospitales de gestión mixta fueron vistos con agrado por unos y con disgusto por otros. Muchos profesionales sanitarios han comprendido, defendido y colaborado con la necesidad de introducir cambios en el sistema sanitario en pro del ahorro responsable y de la sostenibilidad.
Sin embargo, la cesión de áreas enteras de salud con las decenas de miles de asegurados que las habitan a hospitales enteramente privados (Fundación Jiménez Díaz, el futuro de Collado-Villalba) y la privatización de la gestión de seis hospitales públicos y de una porción de la asistencia primaria que gobierno regional se dispuso a implantar desde finales de octubre han sido drásticamente rechazadas por todo el todo el colectivo sanitario en bloque. Se ve en ellas no una vía sensata y sacrificada hacia el uso eficiente de los recursos, sino un paso equivocado y difícilmente reversible que redundará en una sanidad peor para todos los ciudadanos de Madrid, transfiriendo decisiones de pura salud pública y asistencia médica a proveedores privados de servicios sanitarios, algunos de los cuales no son mas que ramas de inversión pertenecientes a multinacionales de capital-riesgo con intereses que van desde fondos de inversión hasta firmas de moda o empresas de telecomunicaciones.
Sabemos que la sanidad seguirá siendo pública, en el sentido de (casi) universal y (casi) gratuita. Muchos aceptan que la transferencia a la iniciativa privada de aspectos concretos de la sanidad, como archivos, procesos informáticos o pruebas diagnósticas concretas, pueden mejorar la eficiencia del sistema. No a todos repugna que el sistema sanitario público sea compatible con oportunidades de negocio en áreas bien delimitadas y supervisadas. Pero el sentir común es que el núcleo duro del sistema de salud debe permanecer bajo un control público estricto. Este núcleo incluye decisiones tan trascendentales como qué profesionales se contratan, qué cualificación se les exige, cómo se les retribuye, qué incentivos se les aplican, qué medicamentos se adquieren, cómo se mantienen los equipos diagnósticos, qué criterios de ingreso y de alta se emplean, qué tratamientos se consideran adecuados y cuáles no se financian, entre otras muchas. Tememos que la necesidad de que el sistema no solo no sea excesivamente deficitario, sino francamente lucrativo, acabe por anteponer los criterios económicos a los del bienestar de los pacientes, trocando una sanidad universal, gratuita y de calidad por otra, sencillamente universal y gratuita.
La huelga nos duele tanto como a los pacientes que dejamos de atender. Nos desvivimos por minimizar el impacto. Pero no se ha tomado esta actitud en todos los hospitales y centros de salud porque reclamemos más retribución, contratos más estable o más personal. Radica en el convencimiento de que las medidas que el gobierno regional se dispone a implantar al abrigo de la necesidad de hacer sostenible el sistema desembocarán, sin casi posibilidad de remedio futuro, en una sanidad pública incapaz de proveer la mejor atención médica posible y, en último término, en un desequilibrio de salud entre los que más dinero tienen y los que menos.
SI QUIERES PONER TU GRANO DE ARENA Y MANIFESTAR TU DISCONFORMIDAD CON LAS MEDIDAS SANITARIAS PROPUESTAS POR EL GOBIERNO REGIONAL DE MADRID, CUELGA UNA SÁBANA BLANCA DE TU VENTANA. LAS FACHADAS DE MADRID CUBIERTAS DE BLANCO MOSTRARÁN A LOS ADMINISTRADORES SANITARIOS Y A TODA LA CIUDAD LA DISCONFORMIDAD CON LA PRIVATIZACIÓN DEL NÚCLEO DE LA SANIDAD PÚBLICA.
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