¡Ja, os pensabais que os habíais librado de Julierpas! Pues va a ser que no. Aquí andamos trasteando con los planos de montaña, a ver que se me ocurre. Como sé qué queréis disfrutar de la sinigual sensación de andar sobre el agua, sin mojarse, como Jesucristo, hay que aprovechar este momento que los angelitos del cielo, o del infierno, vaya usted a saber, han desparramao mucha agua sólida por el suelo. Pero tampoco queréis un palizón, pues la solución: El Torozo. Un mirador espeZtacular sobre los valles del Tiétar, del alto Tormes, del alto Alberche, del Barranco de las Cinco Villas, y de la Calzada Romana mejor conservada del mundo mundial.
Si nos descuidamos se nos pasa el invierno sin hacer la clásica invernal vettona, sería imperdonable, pero confesarlo, estáis oxidaos, exasperas, indignaos, engordaos, preocupas, depres… necesitáis una aventurillas, pues, Ahora Torozo (2019 metros), a calentar motores, y a preparar todos los cachivaches propios de una chaladura de esta envergadura: gafas tipo caiga quien caiga, güetres (no es ningún excremento de animales de compañía, polainas, vamos) bastones homologados por la once (y la doce), botas homologadas por la UIAP (Unión Internacional –agrupémonos todos- de Alpinistas Pésimos), orejeras con circuito integrado de líquido anticongelante con gorra incorporada y, opcionalmente, los instrumentos quirúrgicos tales como piolet y crampones (no son las sobras de las trocitos de turrón de las navidades, son sobresuelas con pinchos bien afiladitos para pisotear el hielo), y la bota de vino (Arsenio). Bueno, todo este rollo parece que hay cuestionarlo, porque según redactaba estas líneas he conectado con Juanpa nuestro corresponsal en Barajas de Gredos y me dice que solo hay dos neveros en el gran Torozo, así que lo de los crampones y demás instrumental himalayero olvidaros, mejor llevaros el bañata.
Iniciamos esta inquietante expedición desde el Puerto del Pico (1352 metros), tras cafecito mañanero, para cubrir cuatro etapas de media horita cada una, un total de 240 minutos hasta la cumbre y unos 650 metros de desnivel. Los primeros 1800 segundos afrontamos un fuerte repecho quema grasas hasta el raso que ocupa un refugio tipical gredensis; la segunda, más liviana, zigzaguearemos hasta localizar la fuente del cerro Pedrique, señalada con pertinente letrero de la DGT; la tercera, nos asomaremos al barranco por el que se cae el arroyo de la Huella del Gallego y seguiremos por amable camino a media ladera que tras la fuente de las Belesas nos deja en un refugio de cuento de Hobits. Y la cuarta, y última, coronaremos un collado de 1.930 metros de altura, donde giraremos a la derecha para llegar por la cresta atormentada de piedras caballeras hasta la cercana cima, donde hay vértice geodésico, cruz de hierro, buzón montañero y minibar.
Estáis desesperas por saber la dificultad, pues nada, en la escala Messner (ver más abajo) le pondría un 2,8, es decir, una aprendiz de marchota, descafeiná. No preocuparse los que, a pesar de lo liviano de la excursión, se os están poniendo los pelos como escarpias. Hay alternativas para practicar el sabio arte de la holganza, extensas praderas floridas, medir la calzada romana o pasearse por alguno de los mil caminos que llevan a Roma.
Y cuándo?, pues el 14 de marzo, como es costumbre a las 8,30 en la estación de RENFE/Metro de Villaverde Alto (ser puntuales hay camino de autocar). Como siempre, os podéis apuntar a esta dirección de correo excursiones@incolora.org sin ponerse zancadillas y respetando la cola, volvemos sobre las 18 o 18:30 para tomar esas cañitas en la Mancheguita
Julierpix corresponsal de Asterix en Botellania ciudad austericiada.
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