Laguna de los Pájaros y Peñalara (21 de mayo de 2011): jornada de reflexión y contestación pacífica al poder. Una crónica a cuatro manos
(Pilar López y Javier Soria)
Con una cierta sensación ambigua en buena parte del pataliebrismo, iniciábamos una excursión de las que “hacía poca ilusión”, dado lo que estaba ocurriendo en Sol, el “abandono prematuro” de la estación claridad el viernes por la noche a fin de poder levantarse medianamente frescos, y la “presión” de volver pronto a fin de ver cómo podían desarrollarse allí los acontecimientos.
Marchábamos a reflexionar al monte, pues, con una relativa falta de ganas. Y, como siempre, quedábamos en Villatalto para salir. A falta de la persona que oficialmente se encarga de retrasar las salidas, que hoy no acudía, otra se encargó de suplirla a fin de cumplir escrupulosamente la tradición. No podemos menos que agradecer desde aquí el gesto, que, aunque para los no iniciados significa que se ha llegado tarde sin más, el resto sabemos que supone un gesto de desprendimiento absoluto, que pone por encima de la posibilidad de recibir críticas el mantenimiento de las esencias de la institución. Gracias.
Llegábamos a Cotos y muchos se lanzaban furibundos a reflexionar sobre si era más conveniente la tostada de pan con tomate o el merengue, el café o el colacao. Dado el día que era, en el que no se puede hacer propaganda que trate de influir en las decisiones, cada uno eligió lo que le parecía, sin presiones partidistas externas de ningún tipo. Que se había reflexionado previamente lo damos por supuesto.
El explorador-comisión de investigación, al más puro estilo zapatista, había hecho su trabajo previamente (la organización siempre preocupada por ir por delante de los posibles acontecimientos), y se había informado de las posibles dificultades que podríamos tener en el acceso, controlado por los para-guardabosques. Había conseguido infiltrarnos y teníamos la entrada a 11’00, aunque eso sí, teníamos que entrar por grupos (menos de 19 personas), a fin de que el derecho de reunión pacífico no se convierta en turba descontrolada, y por orden de una Junta no-se-qué. Cumplimos escrupulosamente las órdenes de la Junta, o quizá no, pero en cualquier caso entramos todos y además a la hora prevista… ¿estaremos cambiando?
Empezaba la subida y se ponía de manifiesto que había añoranza de la estación claridad (Sol) y lo que allí ocurre. Se llegaba al reloj de sol y todo el grupo se detenía, remoloneando para abandonar ese lugar, quizá deseosos de estar en el “otro” reloj de Sol. Algunos probaban el funcionamiento, que era correcto. Alguien lo sintetizó con la precisión de los eslóganes que últimamente proliferan: “funciona como un reloj”. Eso sí, mientras lo decía se miraba la muñeca… (los cronistas se sienten incapaces de determinar qué significa ese gesto o si atenta contra la jornada de reflexión).
Cada cual reflexionaba a su antojo durante la subida, unos más deprisa y otros más despacio, de tal forma que, cual manifestación de la izquierda, cada vez se disgregaban más grupúsculos a lo largo del camino. El cronista A y la cronista B decidían empezar desde la parte de atrás, entre las masas, a fin de tener una visión de la percepción que tiene el enjambre. Solicitaban incluso ayuda para la crónica a la asamblea, que decidía no hacer caso, no reuniéndose siquiera como asamblea, lo que significa que tomaban asambleariamente la decisión de negarse a colaborar sin ser todavía asamblea… o algo así.
Luego, el cronista A decidió cambiar la perspectiva y ponerse en la vanguardia. Descubrió así la enorme curiosidad que supone comprender que cuando se va atrás, la vanguardia va demasiado rápida, y a veces es difícil seguirla, mientras que cuando se es vanguardia, se constata la dificultad de hacer que el grupo avance al ritmo adecuado. También debe reflejar el cronista A que es incapaz de trasladar al plano puramente político estas constataciones empíricas. Oto, por su parte, quería enfrentarse a las vacas que aparecían por el camino. Como en el caso anterior, el cronista A es incapaz de hacer una valoración política de esta clase de reflexión del perro pataliébrico.
Decíamos que mientras el cronista A pasaba a la vanguardia, la cronista B se mantenía en la retaguardia, dado que su naturaleza es más de amigarse con las florecillas silvestres y de charla ilustrada con quien se encuentra a su paso: “mira los botones de oro cómo brillan, y allí las retamas luminosas, las violetas silvestres y los brezos que nos rozan con cuidado las pantorrillas, allí cada vaca con su terneros…” y así, sin prisas, hace amistad con personas, plantas y bestias del campo, con perdón.
Al final, el grupo lograba juntarse en Laguna de los Pájaros, tras hacer una parada para reponer fuerzas que mostró la dispersión de las masas y una posible desafección ante el liderazgo rígido que había habido hasta la fecha. Frente a las habituales órdenes cumplidas, esta vez cada uno optó por hacer lo que le daba la gana, y los diversos nodos de la red, horizontalmente, escapaban del control vertical y quedaban dispersos en múltiples espacios (espacios de representación lefebvrianos, decían algunos; espacios de contestación al poder, decían otros; “manda huevos”, venía a decir la dirección…). Esta resistencia pacífica a acatar órdenes llevaba a que el líder supremo abdicara en Laguna de los Pájaros, dejando el mando al segundo de a bordo, que no es otro que el explorador-comisión de investigación… al que se le asciende bruscamente de cargo. Eso sí, a fin de marcar claramente las posiciones desde el primer momento, un grupo decide desafiar al poder y se marcha hacia Peñalara, mientras el nuevo líder queda en la laguna con una parte de la masa que aún no ha decidido si constituirse en voz crítica o seguir las consignas. De nuevo, la asamblea toma la decisión de no constituirse en asamblea, con lo que no hay decisión de la asamblea… Creo que esto es demasiado complicado, así que lo dejo.
En cualquier caso, cumpliendo escrupulosamente con su deber, los cronistas A y B (tras reflexionar, claro) decidían dividirse, a fin de cubrir ambos flancos abiertos.
El cronista A permanecía con el grupo que todavía estaba alrededor del nuevo líder, si bien a éste le costaba agrupar a las escasas fuerzas, y se producía una primera ruptura encabezada por el perrillo Oto, al que siguen un puñado de pataliebres. El resto iniciaban a su debido momento el camino hacia el bar (palabra poco política, ya sé, pero es la más adecuada), mostrando que, aunque permanecían con el líder, no estaban dispuestos a mantenerse estrictamente bajo su manto. Eso sí, se agradecen los desvelos de éste para ayudar a los miembros que tenían más dificultades a la hora de afrontar el camino de regreso. Sin más novedades se llega, con el pelotón disgregado, a la terraza donde espera el santo patrón de la localidad, San Miguel, que es venerado por una enorme mayoría de fieles, si bien algún que otro ateo prefiere no rendirle homenaje.
La cronista B, por su parte, había partido con el grupo que no acataba el nuevo liderazgo, y que marchaba a su aire hacia Peñalara. El grupo de intrépidos montaraces acometió el ascenso al Risco de Los Claveles sin posar mochila en tierra. Estos tipos sí que se jugaron el ídem flexionando y re-flexionando los meniscos y articulaciones mientras sorteaban las piedras tapizadas de líquenes amarillentos y los arroyos claros, fuentes serenas…
El caos, ecológicamente hablando -no lo politicéis todo-, resultaba hermoso y medía el arrojo del grupo pionero que, sin volver la vista atrás y superando vértigos, cumbreaba hasta el pico Peñalara (2430m). Allí, los adoradores de los vértices geodésicos se abrazaban entusiasmados al cilindro de cemento para hacerse la foto triunfal: “aquí he estado yo”.
La degustación del almuerzo contó con novedades: el pan egipcio, que según el panadero de Sagrario, procede de la tumba de un faraón: las semillitas encontradas se hicieron germinar y así comimos el mismo pan que Tutankamón, ¡qué cosas!
Al final, sin necesidad de liderazgo, pues, las bases logran reunirse (y de nuevo a tiempo, hoy es un día extraño) en el bar. En el autobús un sector duerme, otro reflexiona en silencio, y otro “colectivamente”, generando movilización democrática contra los poderes constituidos a través de la creación de letras antisistema. Valga como botón de muestra la dedicada “a nuestra Desesperanza Aguirre”, que debe seguirse con la música de la Chica Ye-yé, titulada “La chica Gürtel”:
No te quieres entera , ye, ye
No te vamos a vota , ye, ye, ye, ye
No te quieres enteraaaaar…..
No te quieres enterar, ye, ye
No te vamos a vota , ye, ye, ye, ye
Porque tú no haces caso de la gente
Y no tienes corazón.
Búscate una chica, una chica Gürtel
Que tenga mucho morro
Y que cante en inglés,
Y con el pelo muy lacado,
Y las mechas de color,
Una chica Gürtel, una chica Gürtel
Que te corrooooompa como yo.
O bien una versión infantil de “A pasar la barca”, dedicada a Botín, a quien tanto debemos…
Al pasar la Banca,
Me dijo el banquero
Yo es que necesito
Todo tu dinero.
No tengo dinero
Ni lo voy a tener
Me lo habéis quitado
Una y otra vez.
En definitiva, los cronistas creen que hemos realizado hoy un ejercicio de democracia colectiva y de resistencia/rebelión pacífica contra el poder constituido, generando desobediencia a partir del incumplimiento de leyes que se pretendían inmutables, y que en muchos casos eran injustas. Ojalá alguien tome ejemplo y pueda llevar estas experiencias a otros terrenos más amplios. ¿O quizá lo están haciendo ya? En fin, no nos hagáis demasiado caso, que tanta reflexión, por necesidad no puede ser buena…
Laguna de los Pájaros y Peñalara (21 de mayo de 2011): jornada de reflexión y contestación pacífica al poder. Una crónica a cuatro manos (Javi-coleta y Pilartija)
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