Crónica Excursión a Las Machotas, 25 de Abril del 2009
No me enteré cuando nuestro pensamiento guía Julierpa dio la consigna de dar un paso adelante quien quiera escribir la crónica y todo mundo a la vez claro, dio el paso hacia atrás; fue así que me tocó el encargo de hacer pasar a la posteridad nuestros pasos senderistas hacia Las Machotas.
Un selecto grupo de pataliebres fueron esta vez los/as rezagados/as de turno que hizo que el autocar partiera a las 9 en punto, justo cuando se estaban terminando las uñas de Julio de los nervios, saludos por doquier, reencuentros y estrenos pataliebrísticos y para mayor festejo de jóvenes edades: Jorge (8) y Juan Ma (9). Entre charlas y siestas matinales en una hora llegamos a nuestro punto de partida andarín, un cafecito caliente acompañado de delicias pueblerinas serranas nos pone a tono para iniciar nuestra caminata.
Desde la zona denominada Cruz Verde el grupo en fila india realiza la máxima destreza en caminos serranos: cruzar una autovía con moteros amenazadores a discreción, nuestros guías cuidan que pasemos sin percance alguno.
¡ATENCIÓN! El punto elegido no es otra cosa que un paso ilegal, frontera -para mayor inri nos encontramos con una frontera hispana/suiza con vaquitas incluidas y no es que estemos en la post-guerra pero pareciera, con tanto paro, y toca derribar una valla metálica y adelante que en conjunto nada es imposible.
Agustín ya desde el inicio de la escarpada cumbre recuerda sus dotes de escultor y se pone a transformar trozos de madera en sendas cucharas ante el asombro de la chiquillada, la primera etapa nos espera con mucha pendiente y nuestra querida y formal Lola llega a formar un coro que increpa al impasible guía: “CACA AL GUÍA Y A TODA SU COMPAÑÍA”… La caminata tiene momentos de tensa espera para buscar a grupo descarriado que se entretuvo mirando nidos de arañas, y son los de siempre: Pedro, Nando, Pablo y Arsenio a quien se le indulta por lo de la bota.
La llegada al “Risco del Fraile” y sus hermosas vistas compensan el esfuerzo de tan displinados/as caminantes y se encuentra un Cuaderno de Anotaciones y buenos deseos (incluidos los carnales) que dejó la Asociación Vecinal de Valmayor y perdura en su cajita; un buen pataliebre renueva bolígrafos; encontramos también la “Piedra Belenita” donde muchos fieles (e infieles también, todo hay que decirlo) depositan religiosamente los belenes que pasaron de moda o ya no se llevan por que no lucen en sus mantos modelitos de Ágata Ruiz de la Prada o algún diseñador de postín y los dejan entre algunos escondrijos entre piedra y piedra.
A nuestros pies vemos el embalse de Valmayor y otras bellezas, en este dulce paraje la generosidad aflora y se comparten frutos secos, chocolates, patatas fritas y empieza a pasar de mano en mano previo DNI -por si la chavalería quiere aprovechar el orgasmo senderista- : la bota histórica de Arsenio.
Reconfortado el pelotón o rebaño (según nos de interpretar) iniciamos zonas rocosas con piedras caballeras con base de granito. Nuevo descanso que anuncia subida a segundo pico al que hay que subir tras grandes piedras que parte al grupo en dos, y posteriormente en tres; la vanguardia sube y encuentra paisaje serrano impresionante que les deja nunca mejor dicho: sin aliento.
El reencuentro del grupo despierta el bullicio y el hambre, se dejan ver y compartir: variedad de embutidos, ahumados, tortillas, empanadas, ensaladas, fresas, bolitas de coco y por fin se dejan probar los mejillones que trajo Pedro (aquellos que las malas lenguas dicen que a cada excursión trae la misma lata, la enseña y al descuido la guarda y nos deja la ilusión de haberlos saboreado), pero se desmonta tal versión envidiosa y circulan las botas de vino hasta de Portugal. Mientras tanto un lagarto de medio metro se deja ver y también muchas lagartijas que se esconden ante el asombro de los más pequeños andarines que preguntan ¿ qué habrán hecho para esconderse?
Modorra primaveral para la mayoría, se echan en falta chistes nuevos, y la mayoría se deja adormecer entre los brazos de Morfeo, menos una panda montañera que desafía unos pedazos de piedra y se monta ahí na má un rapel. Momentos de tensión y nos deslumbra Charo que cual mujer araña se desliza feliz por las cumbres rocosas por dos veces, rajada de Diego que promete rapel para la próxima y aplausos del respetable cuando nuestro experto guía baja al estilo ibérico con un estilo inimitable.
Llegada la hora, emprendemos vuelta hasta la silla de Felipe II desde donde veía a su imperio donde no se ocultaba el sol; pero no veía las intrigas de su corte. El autocar nos espera a la hora acordada, pero antes se procede a dar noble y sagrado bautizo a tres noveles pataliebres quienes se comprometen cumplir el código de honor pataliebrístico y se les hace el pase de honor de bastones caminantes a Jorge, JuanMa y Diego.
La vuelta es momento para siesta reparadora de quienes llevaron tapones auditivos, ya que al fondo la peña de Nando y compañía tras los pedidos al camarero de turno y ante la enérgica decisión de Pilar, Yoli, Charo deciden proseguir con la creación del himno incoloro excursionista que más o menos va quedando así:
Con la Incolora
nos levantamos con alegría
y madrugamos
como pa’l curro de to’ los días
Desayunamos
café con porras en la estación
mientras la peña
se nos mosquea
con el tardón
Ahora el Julierpa
pasa la lista
de to’ el rebaño,
que por milagro
le va creciendo
año tras año
Acometemos
la subidita
de los cojones
No nos importa
porque tenemos
buenos bastones
Hay paradita
los frutos secos
y el chocolate
la bota Arsenio nos da vidilla
pa’ hacer el rapel
Los pataliebres
vamos llegando
hasta la cumbre
y nos llevamos
los cuatro palos
pa’ hacer la lumbre
… y a partir de aquí letra inteligible del himno, señal que en la próxima lo continuamos y que llegamos a Villaverde Alto donde la mayoría termina como es tradición en la Mancheguita y colorín colorado esta crónica se ha terminado.
Lily