Casi 300 médicos madrileños objetan a dejar de atender a inmigrantes.
Si se le pregunta a José María Molero, médico de familia en un centro de salud de Villaverde Alto, al sur de Madrid, por qué se ha declarado objetor ante la retirada de la asistencia sanitaria gratuita a los inmigrantes en situación irregular, su respuesta es de lo más concisa: “Tengo un compromiso con mis pacientes”. Unos pacientes que, en el barrio donde trabaja, igual pueden ser españoles que latinoamericanos o marroquíes. Y de estos últimos, unos pueden tienen permiso de trabajo y residencia, pero otros, que quizá lo consiguieron cuando en Madrid aún se encontraba trabajo, lo han perdido. Molero no entiende cómo una de estas personas puede pedir cita con él el 31 de agosto, pero ya no el 1 de septiembre. “Se trata de un compromiso ético”, insiste.
Noticia completa: El País
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