EXCURSIÓN AL CASTRO VETTON – MESA MIRANDA –
Sábado 17 de Noviembre, ocho y media de la mañana, en los alrededores de la estación de Villaverde Alto van apareciendo gente con ganas de madrugar y pasar frío, unos “motivaos”, ¿pataliebres o vettones?. Va aumentando el grupo de motivaos y parece que se calienta la cosa con los saludos, besitos y abrazos, alguno aprovecha la ocasión para endosar papeletas antes de subir al trasbordador espacial. Esta vez ponemos rumbo a Chamartín. Como se dijo que iba a ser una marcha Light lo mejor era dar una vueltecita por la estación de Chamartín, pasear por Plaza Castilla y ver de cerca los torreones del Floren, pero pasamos de largo, terminamos más allá de las vías y los torreones resultaron ser los de Avila. Algunos querrían haber ido a “Chamartín de Valdeiglesias” Durante el viaje a Chamartín de Ávila hubo tiempo “pa to”: roncar, charlar, jugar a las maquinitas, leer el periódico, cantar (otra vez el camarero de los…) y lo más impresionante, inventar el himno de la incolora con participación voluntaria. Adelantamos en exclusiva algunas estrofas que en un futuro se alzará como himno oficial de la Incolora y si no se dan prisa algunos, puede que sea el Nacional
(Con la música de Bienvenido Mister Marshall)
“Con la incolora nos levantamos con alegría
Que madrugones nos pide Julio y no es de día”
(con la canción de Joselito)
Quien me ha mandao madrugar…
El trasbordador espacial nos trasladó sin pérdida alguna a otro “espacio” , al municipio de Chamartín a 22 kilómetros al Oeste de la ciudad de Ávila, en la vertiente norte de la Sierra de Ávila.
Nuestro guía jefe, Julio Ambato, vettón de toda la vida, nos ofreció la posibilidad de avituallamiento pero el bareto vetton estaba cerrado así que no quedo otra que hacer una visita al aula arqueológica. Allí una simpática vettona, Atta la “Estrella” nos guiaría por el recinto, dándonos una explicación detallada del castro. La visita se dividía en dos estadios: el de la vida material, instalado en el primer piso y el mundo de las creencias, en el segundo piso. La vida material estaba explicada con audiovisuales, maquetas, ordenadores táctiles, paneles interactivos, que fueron las delicias de los peques y de otros aún más peques (Dj Nando por ejemplo) Las creencias se explican en la planta superior también con audiovisuales, maquetas y paneles, como por ejemplo los ritos fúnebres. Una vez concluida la visita hubo oportunidad de repostar, mientras se esperaba a los vettones compulsivos por las compras, que se llevaron casi todos lo amuletos de la tienda de recuerdos.
Santi “Rectugeno” nos mostró un descubrimiento, el Penómetro, (orificios en una roca) utilizado por los vettones para poder acceder al recinto sagrado si daban las medidas establecidas.
A poco más de 2 kilómetros del pueblo se encuentra el Castro “La mesa de Miranda” y sin desnivel, ¡que bien esto de disfrutar de las marchas, sin “ansiarse” de subir y subir! comentaba alguien.
Todos iban disfrutando del camino: el más pequeño además de recoger leña para el rito funerario, no dejaba de hacer kilómetros corriendo de un lado para el otro. Otro de los vettones infantes “Aper” Mario demostró sus destrezas el arte de contar chistes y sacar letrillas del camarero ese dichoso. Llegamos a las puertas del castro y cual fue nuestra sorpresa, que encaramada a la rama de una encina seca, estaba Ovinia “espatarrá” cargada con monición para arrear al que no dijese bien el santo y seña de acceso al recinto, detrás, cubriendo su retaguardia estaba Ucearno “cola larga”. No tardamos en pillar la clave, había que meterse un poco con los Romanos: “Romanus jilipollus sunt” gritó alguien y pasó sin problemas. Pero no todos lo hicieron sin antes llevarse un zambombazo vettoniano en el coco.
Pasada la prueba alguien sugiere que hay que subir monte, que si no alguien no vuelve a las excursiones de la Incolora. Todos la mirador, casi todos, un voluntario (Caucerno) se quedó cuidando los alimentos por si venían los …. de los romanos. Nos hicimos foto de grupo en el mirador, quedó bonita, como podréis comprobar en la web.
Antes de entrar hubo que superar otra prueba, pasar por el campo de piedras hincadas o defensivas. El primer vetton que mostró su destreza fue Raf- Aruco, le siguieron con gran ansia y motivación Aper Mario, Atta, Ovinia, Addia y Brateo, no sin haber pasado sus apuros y dejar los dientes en alguna de las piedras vetonas. Una vez dentro del recinto pudimos contemplar los restos del poblado, llamaba la atención que ya entonces entre los vettones había clases, por los m2 de sus casas, la más grande no era precisamente de un mileurista. Nos llamó mucho la atención los restos donde se depositaban las cenizas de los muertos, pudimos ver los restos de dos vettones “guays” y la de Addia, vetona sacrificada por el sacerdote de la tribu.
Y llegó la hora de tripear, montamos la mesa, no la de miranda, sino la de Javi coletas con su mantel térmico y de tela, donde compartimos ricas viandas vettonas, acompañadas por la bota de Isostar que alegra el caminar. Terminamos esta suculenta comida con una “chistosa” sobremesa con risoterapia. Emprendemos el camino de vuelta al autobús, deleitándonos con un precioso atardecer otoñal y sorteando algún toro que otro llegamos a Chamartín donde tomamos algo antes de subir al trasbordador. El viaje de vuelta fue muy movido, vamos que nadie pudo cerrar los ojos. Los “malotes” que se suelen sentar en los últimos asientos del bus dieron la tabarra con el “carrascal que bonita serenata” y un amplio repertorio que dio pie al baile en pleno autobús: sevillanas, flamenco, rumbas, etc.
Raf- Aruco animaba con algún camarero nuevo y Dj Nando le seguía con la guitarra, así sin parar hasta Villa. Adioses y abrazos, ¡hasta la próxima!, fue la despedida, algunos alargaron la despedida en la Mancheguita…. ¡Buenas noches, hasta mañana, los niños y vettones nos vamos a la cama…! Fue un excelente día gracias a la Incolora.
Rectugeno
Aruco
Aper
Brateo
Addia
Ovinia
Ambato
Ucearno
Caucerno
Atta