Grupúsculo III
No es ninguna película de terror, ni de “Vampiros”, hombres lobos o chupacabras de esos, sino de un grupo de intrépidos pataliebres que en vez de quedarse en la camita se suben en un bus a las 8.30 de la mañana para echarse al monte.
Al llegar a Villaverde Alto se escucha decir: ¡Qué día tan Maravilloso, Maravilloso, Antonia¡ y Toñi responde que hace un día espléndido, lo mismo que dicen todos los que se van congregando a las puertas del autobús. Entre saludos, abrazos y besos afectuosos de un nuevo reencuentro, la peña va ocupando sus correspondientes asientos bajo la atenta mirada del gran jefe que va haciendo el recuento. ¿Quién falta?, se le oye decir. Y al fondo una voz que clama en el desierto responde: ¡Falta Remedias de seda que se ha perdido! Con la Incolora nadie se queda en tierra. A punto de zarpar, surge un nuevo percance que hasta ahora no se había dado, el que falte asientos, suelen sobrar. A Julisherpa no le salen las cuentas, el conductor que no quiere arrancar, solución ocupar el asiento del chofer de repuesto, allí que va la Reme, como castigo por llegar tarde. Ahora sí que por fin nos ponemos en marcha entre un griterío de algún pesao que pedía ¡Video, video! ¡Qué video ni que video! Calmada el ansia viva, el personal se relajó, algunos plancharon la oreja y otros la pusieron para escuchar animosas conversaciones. Próximos al ascenso al puerto de Navacerrada comienzan los atascos, somos muchos los que queremos disfrutar de este “maravilloso” día. A pesar de los problemas viales el autobús nos deja donde la “betemerita” indicó. “¡Vamooooooooos que nos quitan el sitio!” Vamos al bar: Cafelito, churritos y un pis, para empezar bien la caminata. El jefe nos da las instrucciones pertinentes, recluta a esbirros que controlen al grupo para que nadie se pierda, y si alguno lo hace que sepa que a las seis en las dehesas, en Casa Cirilo, así terminó la arenga. Alfonso estrenó su pito (junto con el altímetro que le han traído los reyes majos), con el que se inició la marcha. El grupo se mantuvo compacto el primer tramo, paseando entre esquiadores, niñ@s con trineos y demás artilugios de nieve, hasta que llegó la primera adversidad del camino: ¡Quien co… ha puesto ahí esa pista de esquí!!! (decía algún viandante cabreado) y alguno de esos que llevan una tabla en los pies también se mosquearon porque los de a pié le obstaculizabamos su camino. Contamos con la ayuda de un vigilante de la “playa” y de los pataliebres que llevaban crampones para pasar al otro lado sin tener que perseguir a los de las tablas. De nuevo el grupo pataliebrico reanudó la marcha al toque de pito. Fuimos disfrutando del paisaje, la nieve, las viandas y entretenidas conversaciones. En la cola, los del coche escoba nos reímos con las “tontas” que han colgado en el blog de Bisbal a raíz de un comentario que el mismo hizo y con el que nos ha regalado su valoración del conflicto egipcio: “Nunca se han visto las pirámides de Egipto tan poco transitadas. Ojalá que pronto se acaben las revueltas”. La gente ha colgado “bisbaladas” como estas:
“No todos los niños belgas van a coles de Bruselas”
“Me puede decir a qué hora disparan el Cañón del Colorado”
“Van a echar a los Países Bajos de la Unión Europea por no estar a la altura”
“Estoy en Londres viendo el Big-Ben y… es ¡in-creíble que de ahí se formase el Universo!”
“Nunca se han visto tan pocos coches circulando por Venecia, ojalá se acabe pronto la inundación”
Bisbal ha tenido que cerrar el Blog por la cantidad de frases que le han llegado, que pena porque le hubiéramos escrito alguna desde la Incolora (jejeje)
Después del paseíto tan agradable, llegamos al alto del puerto, a la encrucijada de caminos: camino republicano y calzada imperial, es decir, romana. Ahí paramos para picar, bocadillín según el guía. El descanso termina en el momento en que Juli se sube a la zarza “ardiente” y nos da a elegir: “¡Los que quieran subir a la gloria que se pongan a mi derecha y los que van a rajar para abajo, a la izquierda!” Aquí se inicia el Grupusculo III. Unos tiraron por el camino republicano hacia las Dehesas que según fuentes fidedignas disfrutaron de lo lindo, sin prisas llegaron a casa Cirilo donde tomaron de todo, hasta cerveza. Los que decidimos subir, nos esperaba el Montón de trigo y el pan de centeno del Santi pero antes habría que sudar un poco. La cuesta, cuesta como la de enero… hubo alguien que dijo “esta excursión tiene más picos que el botiquín de Sid Vicious”. Pero la recompensa de la subida era ver ese impresionante paisaje panorámico: ¡Maravilloso, maravilloso (Antonia)! El grupo se reúne en el cerro Minguete, un lugar perfecto para comer de verdad… Ya se vislumbraba mejor el montón de trigo y en este lugar el 2º grupúsculo se dividirá de nuevo para formar el tercer grupúsculo, los que llegaron al montón de trigo y “consumaron” del todo el plan. Algún infiltrado me sugirió que hiciera el comentario de que se echó en falta al tito Agus-tinajas, además de sus cucharas de palo se echó en falta su empuje. Mientras tanto el grupúsculo 2º, en el Minguete viendo al montón de trigo y saboreando el montón de comida compartida fraternalmente. Para acompañar el pan de centeno, había un choricito picante de Segovia que trajo una nueva pataliebre, Montserotonina, tortilla de Anatema y Juanmilongas (otros nuevos), y un extraordinario caldito caliente de Santi-dad. Entre chiste y chiste nos comimos los pimientos de Paqui Loli, verdad Antonia, los postres variados y terminando por un surtido variado de chocolates. El café y el puro lo dejábamos para cuando llegáramos a Casa Cirilo. Una llamada de Julisherpa nos llamó al descenso inmediato, los del montón de trigo bajaban por un atajo. Así pues obedientes, llegamos a la encrucijada de caminos, es aquí donde nos encontramos a una escisión del grupúsculo III, los aventajados, que se unieron para emprender la bajada. Hay que decir que aquí desobedecimos las órdenes del gran jefe, que nos indicaba bajar por la calzada romana y la mayoría del personal se dejó llevar por la “República”. Así que con gritos de ¡Viva la República! y demás, bajamos con alegría, disfrutando del solecito, de la luz, el entorno, de la compañía… ¡¡¡Ay va que chorrazo!!! Dijo alguien cuando vio esas columnas de agua congelada que se desprendían por un lateral de la carrera. Parada, fotos para el recuerdo y venga para abajo. Íbamos con la tranquilidad de saber que no éramos los últimos, que por detrás estaba el grupúsculo III (además iban con el jefe). ¡¡¡Ay va la Virgen!!! ¿dónde?, ¿pero queda alguna? responde alguien. No hombre, ves ese bloque de hielo que parece la imagen de la Virgen de Fátima. Más fotos para la web de la Incolora, ¡podemos poner un negocio como el del Escorial! Ahora no, que tenemos que llegar al autobús, falta poco para las seis.
Venga bajar y bajar, ¿ande estarán las dehesas esas? ¿Por qué cogemos ahora este camino?, ¿Oye (a unos jóvenes que nos adelantan) vamos bien por aquí? Si, por aquí se llega a los aparcamientos. ¡Taninonino, Taninonino! (suena un móvil) ¿Dónde estáis torpedos? –No sé Julio, estamos en la calzada romana, creo. ¿por dónde andáis vosotros? Julio: ¡Estamos en Casa Cirilo! ¡Alaaaaaaaaaaaaaa (Dios en cristiano) que fuerte! No salíamos de nuestro asombro, como lo pudieron hacer, ¿sería la fabada, la bota de vino…? Dejamos nuestro asombro, pues no había ni tiempo para ello, se nos estaba haciendo de noche y aún no habíamos cruzado de acera, el río. Perdimos por un momento los puntos rojos de los árboles, se volvieron azules, ¡por aquí no es! ¡allí están los rojos de mi… (¡no eran los republicanos, eh!). Hubo alguna caída que otra, resbalón y culetazo.
Llegamos al río, cruzamos el puente, y ya atisbábamos unas luces que podían ser el Restaurante, o la civilización, ya no nos sentíamos tan perdidos, ni abandonados. ¡Es la Casa Cirilo! ¡Bien, que cafetito calentito nos espera! Pues nada, fue entrar por la puerta, y ponerse todo mundo en pié, ¡ya era hora, anda que…! ¡menudo mosqueo tiene el conductor! … Nuestro gozo en un pozo, ni café ni pis, al autobús.
Voy a resumir lo que pasó en el viaje de vuelta: Bautizos pataliébricos, risas, cante variado, algunos dieron el cante y otros se cantearon a la ventana o al acompañante para dar una cabezadita. Y como es costumbre al llegar a Villaverde, tras una despedida efusiva unos se van a casa a descansar y otros a la Mancheguita a repostar.
Para concluir, fue un día maaa… ¡maravilloso, noooo! “más entodavía”: ¡MAGNÍFICO! Y sólo puedo terminar diciendo ¡Viva la Incolora y Vivan los pataliebres!
NB. Me han llegado rumores de que otro grupúsculo pataliébrico terminó cerrando el baile de San Sebastián de una ilustre villa Madrileña. Eso sí que es una buena consumación.
pilar-tija dice
Que valientes, lo del snowboard es una chorraduca comparado con ese juergarsse la vida en el despeñadero de la pista.
Vivan los pataliebres .Un besin