Durante los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre se impartirá un ciclo de tres charlas en las que hablaremos de nuestros conocimientos actuales sobre el Sistema Solar. Pero, ¿Cómo hemos podido llegar a adquirir esos conocimientos? ¿Cómo podemos hacer afirmaciones tan precisas sobre objetos tan distantes perdidos en la inmensidad del espacio?
La astronomía ha sido una de las primeras inquietudes intelectuales de la humanidad, pero esta ha tenido que recorrer un largo y arduo camino para llegar a los conocimientos actuales. La intransigencia por parte del poder político y religioso, ha retrasado la investigación científica en general y astronómica en particular a lo largo de toda la historia. Afortunadamente, y a pesar de las reticencias que aun hoy en día continúan existiendo, la adquisición de conocimientos a lo largo de los dos últimos siglos ha sido espectacular, debido, por una parte a una mayor libertad tanto para llevar a cabo una labor investigadora como para divulgar los conocimientos obtenidos, y por otra, a un prodigioso desarrollo tecnológico, el cual ha sido a su vez retroalimentado por el aumento de conocimientos científicos.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el Sistema Solar, situado bajo una esfera de estrellas fijas, constituía la totalidad del Universo, por lo que todas las observaciones y obras astronómicas se referían únicamente a él. En la actualidad, damos por sentado que la Tierra gira alrededor del Sol, pero desde nuestra posición sobre la Tierra no parece en ningún caso obvio que la Tierra orbite al Sol, ni siquiera que gire sobre su eje una vez cada veinticuatro horas. Lo que realmente parece obvio es que es el cielo el que se mueve sobre nuestras cabezas, mientras nosotros nos mantenemos en estado estacionario.
Los datos conocidos muestran que las gentes de hace 5.000 años realizaban observaciones continuas y cuidadosas de los cuerpos celestes a lo largo de amplios periodos de tiempo, lo que significa que poseían un sofisticado nivel cultural. En cualquier caso ¿cuáles pueden ser los motivos para que estos pueblos tuvieran interés en la astronomía? Tal vez motivos religiosos que intentaban interpretar los deseos de los dioses; o tal vez intentaban comprender cuál era la mejor época para plantar sus cosechas.
Desde el momento en que las culturas más antiguas pensaban que los dioses eran los responsables de los cuerpos celestes, el movimiento de los siete “errantes” (los cinco planetas observables a simple vista, más el Sol y la Luna), obtuvo un significado especial. La mayoría de las culturas pensaban en los cielos como símbolos de los dioses o de otras fuerzas sobrenaturales capaces de controlar sus vidas. Todo lo que sucedía en la naturaleza se veía como signos de un dios complacido o irritado, por lo que cualquier elemento capaz de interpretar los deseos de los dioses – lo que básicamente implicaba a los fenómenos celestes – resultaba de una importancia vital.
La observación sistemática del cielo comenzó en Mesopotamia y Egipto. A partir de unos 2.500 años AEC, los babilonios observaban el movimiento de los planetas y sus configuraciones. Hacia el 500 AEC, comenzaron a buscar relaciones entre los diferentes datos obtenidos, a pesar de lo cual nunca llegaron a tener un modelo del Sistema Solar, ya que la astronomía egipcia y babilónica no se desarrolló para la obtención de conocimientos sino con fines puramente prácticos, utilizándola como medio de supervivencia más que como ciencia desde nuestra moderna concepción del término. De hecho, todas las civilizaciones han utilizado los cielos como ayuda para controlar el tiempo. El desarrollo de un calendario que pudiese mostrar las épocas de siembra y cosecha, o las migraciones de los animales que suponían el aprovechamiento de su carne y de sus pieles, propiciaron el desarrollo de términos tales como día o año que definían fenómenos astronómicos básicos.
Los griegos heredaron los conocimientos astronómicos de los babilonios y los egipcios hacia el año 1000 AEC. Hacia el año 700 AEC, los griegos comenzaron a separarse del concepto mítico del mundo y a buscar explicaciones a los fenómenos naturales sin la ayuda de los dioses. Este fue el principio de lo que hoy llamamos ciencia.
La capacidad de observación y síntesis de los científicos – y filósofos – griegos fue extraordinaria. Pero de entre todos los astrónomos griegos el que tuvo mayor influencia histórica en la concepción de la Astronomía, fue Aristóteles. El modelo de Aristóteles, que consideraba la Tierra imperfecta y perfectos a los cuerpos celestes, fue desarrollado por Tolomeo (85-165 EC) que sintetizó la totalidad del conocimiento astronómico de su tiempo en su obra Almagesto, un compendio astronómico en trece volúmenes. Esta obra fue la base de la astronómica del Islam durante siglos, pero la “cristianización” de la obra de Aristóteles por Tomás de Aquino en el siglo XIII EC, significó que el modelo Aristotélico del Sistema Solar (el Universo), no solo formó parte de la estructura natural del pensamiento, sino también del pensamiento cristiano y del dogma religioso, dificultando extraordinariamente cualquier modificación ulterior.
En el siglo XV ya estaba claro que las predicciones que la astronomía de Tolomeo hacía para la posición de los planetas no coincidían con las observaciones. Por ello, Nicolás Copérnico (1473-1543) formuló un nuevo modelo matemático, publicado en su obra De Revolutionibus Orbium Caelestium, en el que llegaba a las conclusiones siguientes:
• Las estrellas y los planetas no giran alrededor de la Tierra.
• El Sol está situado en el centro del universo.
• La Tierra se sitúa en el centro de la órbita de la Luna.
• Las estrellas se encuentran a grandes distancias.
• La Tierra gira sobre su eje una vez al día.
• La Tierra gira alrededor del Sol una vez al año.
• Los planetas parecen seguir órbitas erráticas porque los observamos desde una Tierra en movimiento.
Sin embargo el modelo desarrollado por Copérnico ni era más sencillo ni más preciso que el de Tolomeo, aunque sus ideas estaban más cerca de la realidad que las de Aristóteles o las del propio Tolomeo.
Tycho Brahe (1546-1601), fue el mejor observador de la época pre-telescópica. Johannes Kepler (1571-1630), un convencido seguidor de las ideas de Copérnico, trabajó como ayudante suyo y después de la muerte de Brahe, Kepler comenzó a utilizar sus datos, a partir de los cuales pudo concluir que los problemas surgían del hecho de considerar las órbitas de los planetas como círculos, cuando en realidad eran elipses.
Galileo Galilei (1564-1642) fue el primer astrónomo en utilizar un instrumento tecnológico avanzado para poder llegar a observar lo que el ojo humano es incapaz de ver: el telescopio. Las primeras observaciones que Galileo hizo de Júpiter mostraron la existencia de cuatro “estrellas” próximas. Observaciones sucesivas le confirmaron que esas estrellas seguían un movimiento regular alrededor de Júpiter, con lo que llegó a la conclusión de que eran satélites orbitando Júpiter.
A través de su telescopio, Galileo vio montañas, valles y cráteres en la Luna, y comprendió lo parecidos que eran a los accidentes geográficos de la Tierra. La descripción de una Luna imperfecta contradecía las ideas que hasta entonces suponían a nuestro satélite como un objeto celestial, y por lo tanto perfecto. Además, observó manchas en el Sol que cambiaban día a día, y parecían moverse a través del disco solar, de donde dedujo, correctamente, que este movimiento era debido a la rotación del Sol. Claramente, la aportación más importante de Galileo a la astronomía, fue la eliminación del concepto tradicional que dividía el mundo entre la Tierra, imperfecta, y los perfectos objetos celestes, según mantenía Aristóteles. La divulgación de estos descubrimientos provocó que fuese denunciado por la Universidad por propagar ideas contrarias a las Sagradas Escrituras. En el año 1630, el Vaticano denunció formalmente a Galileo, que fue condenado a arresto domiciliario hasta el fin de sus días.
En general, hasta finales del siglo XVIII se consideraba que el Sistema Solar suponía la totalidad del universo. Estas ideas intuitivas empezaron a variar a partir del siglo XVII, con figuras como Descartes (1596-1650) o Huygens (1629-1695). A partir de Halley (1656-1724) y Newton (1642-1727), la concepción de nuestro Universo comenzó a transformarse, ampliándose más allá del Sistema Solar.
A pesar de que, como hemos visto, la humanidad tardó muchos siglos en ser capaz de comprender que el Universo se extendía mucho más allá del Sistema Solar, la llegada del hombre a la Luna en 1969 así como las fotografías de la Tierra saliendo sobre esta, tuvieron para muchas personas un profundo efecto, cambiando su manera de ver la Tierra y nuestro lugar en el Sistema Solar. A partir de ese momento, comenzó un rapidísimo desarrollo de la exploración espacial, abriendo al conocimiento características inesperadas del Sistema Solar.
En las charlas que se impartirán a partir del próximo día 15 de Octubre, se hablará de esos sorprendentes hallazgos, de cómo hemos sido capaces de comprender, conocer y explorar, en un espacio de tiempo extraordinariamente breve, nuestro entorno cósmico más cercano y de las enormes sorpresas que esos descubrimientos nos han aportado. Por primera vez en la historia de la humanidad, todos podemos tener acceso a una información que ha estado oculta durante la mayor parte de nuestra historia y conocer la enorme variedad de mundos que nos rodea.
Tres Charlas divulgativas dirigidas a un público generalista.
Charlas de 75-90 minutos, con un tiempo al final para preguntas.
Lugar: Biblioteca Pública Villaverde – María Moliner. c/ Villalonso, 16. 28021 – Madrid.
Horario: de18.30
a 20.30 horas.
Ponente: Francisco Torrubiano.
Profesor colaborador de astronomía en las universidades de Madrid, astrónomo de CosmoCaixa, profesor de astronomía de cursos de divulgación científica en Obra Social Caja de Ávila y Caja Madrid, comisario de exposiciones científicas en España y varios lugares de Europa, (1986-2009), colaborador para el Centro Astronómico de Ávila, el CAB (Centro de Astrobiología) y la Estación de Seguimiento de Espacio Profundo de NASA en Robledo de Chavela.
Día 15 de Octubre.
1ª Parte: Formación y proporciones del Sistema Solar
La formación del Sistema Solar como los restos de la formación de nuestra estrella (El Sol). Mecanismos de formación de la estrella. Razones para la formación del “disco protoplanetario y posterior formación de los planetas. Los diferentes tipos de planetas y el porqué de su situación concreta dentro del conjunto. Las enormes distancias existentes entre objetos en el Sistema Solar. Ejemplo detallado, a nivel de “experiencia diaria”, de estas proporciones.Día 19 de Noviembre
2ª Parte: Los Planetas Terrestres. El Sistema Tierra-Luna
Planetas rocosos en las proximidades del Sol. Sucinta descripción de Mercurio, Venus y Marte. La carencia de satélites alrededor de los planetas del Sistema Solar interior en comparación con la abundancia en el Sistema Solar externo. La existencia de la Luna, su casual formación y las trascendentales consecuencias de su existencia. La Tierra y la Luna como Sistema doble y las importantes relaciones entre ambos objetos.Día 10 de Diciembre
3ª Parte: Los Planetas Jovianos. Otros Objetos del Sistema Solar
Planetas gaseosos y helados. Diferencias y similitudes. La existencia de anillos alrededor de todos ellos y la abundancia de satélites. La existencia de agua y de compuestos orgánicos en sus atmósferas, y la posibilidad de océanos interiores en algunos de los satélites mayores. Razones para todo ello. Posibilidades de alguna forma de vida muy primitiva en alguno de ellos. Objetos no planetarios, como planetas enanos (actuales datos sobre Plutón), asteroides y cometas.
Astronomía dice
Me gustaría que vuelvan a repetir estas charlas educativas sobre el sistema solar para poder asistir y tener un mejor entendimiento astronómico. ¿Es posible que se repitan? Gracias de antemano.
Redacción dice
Buenos días, si se trae alguna propuesta, nosotros encantados de colaborar. Pero debe ser alguien entendido que se comprometa a gestionar, con nuestra ayuda, estas charlas.