CRÓNICA DE LA PEÑA BLANCA, 14 de Noviembre de 2009
Quedamos a las 8:30 en Villalto o Villalejos según para quien , y salimos a las 9 y algo (no recuerdo muy bien por qué o por quién…).
En esta salida, más que nunca, hemos estado en la “honda” ( unos más que otros, claro), pero el que más…Agustintorro de verano, el niño grande, guía de otros tantos chicos. Ya empezó apuntando maneras, en aquellas rectas de pinos albares que sufrieron algún que otro impacto, al igual que las jaras que los acompañaban. Pasamos por delante de un campamento de chavales que montaban sus tiendas . Nos cruzamos con autobuses y viandantes. Apenas había setas, pero hubo quien se llevó algunas aún siendo venenosas, dijeron que para el cole…pero otros las cogieron comestibles.
Por fin empezamos a subir hacia Peñas Blancas, un camino tortuoso y empinado , entre formas caprichosas de peñascos de granito resultado de la erosión y árboles desnudos y retorcidos por el viento, algunos como tótems ,que se intuían en la niebla y creaban un ambiente único. Tuvimos que apartar ramas o “ramonas”, agacharnos entre ellas, y tener cuidado con los gorilas en la niebla que parecían estar a nuestras espaldas. Seguíamos subiendo entre líquenes, cuando de pronto surgió como de la nada y siempre entre la niebla, una peña enorme , que finalmente alcanzamos y donde esperamos que llegara el resto del grupo.
Continuamos la marcha atravesando un pasadizo natural de piedra hasta un claro al que podríamos dar el nombre del valle de lágrimas por el dibujo que había en una roca , aunque las lágrimas bien podían ser de alegría ante una buena comida ,sobre un enorme mantel de aluminio (manta térmica para algunos) y la posterior sobre…mesa?, charlas y encuentros.
Los hubo separatistas o inadaptados, pero si lo que querían era pasar inadvertidos, bien pronto se dieron cuenta de que habían pasado a “estar en” o mejor dicho a “ser el objetivo” de las hondas. También los hubo intrépidos que una vez llenaron el estómago, se sintieron cabras y subieron peñas, incluso avistamos algún “aguilucho o alimoche”, que por suerte se contentó con desplegar sus alas pero no emprendió el vuelo desde lo alto.
Cuando bajamos, algunos ya empezamos a entrar en calor y así dejamos a la derecha el refugio de piedra sin techo y con el suelo lleno de escombros, pero cuyo exterior llamaba la atención por lo bien colocadas que estaban las piedras.
El paseo final fue cómodo y bonito con los naranjas de las cortezas de los pinos silvestres por arriba y de los helechos secos por debajo, que contrastaban con los verdes.
Y así llegamos al camping, y como se tenía empeño en demostrar que los últimos podían ser los primeros, se cogió un ritmo tan bueno que algunos pasaron de largo al no ver el autobús aunque nuestro Julierpa siempre atento, pronto nos puso en el buen camino.
Para rematar la jornada nada mejor que un buen parque de juegos, con tirolina incluida, para los peques y una parada donde reponer fuerzas para los menos peques .Y de regreso en el autobús chistes y canciones amenizaron la vuelta como de costumbre, aunque en lugar de guitarra en esta ocasión hubo otros instrumentos que sonaron fenomenal.
Los que suscriben la crónica mandamos un beso muy grande a todos, porque como cenicientas tuvimos que abandonar el lugar apenas sin despedirnos. Aunque afortunadamente no perdimos las botas de montaña, porque las necesitaremos para la próxima excursión.