5 ARGUMENTOS PARA LA INDIGNACIÓN EN SANIDAD
Sanidad Instrumentalizada: estamos cansados de que los partidos políticos utilicen nuestra Sanidad como moneda de cambio, pervirtiendo su uso y utilizándola para satisfacer intereses electoralistas sin que imperen unos criterios mínimos de
responsabilidad y sostenibilidad del bienestar común.
Sanidad sostenible: poner en duda la solvencia económica de nuestra sanidad es un argumento falaz y malintencionado. Nuestro Sistema Nacional de Salud genera un gasto público (6,5% del PIB) por debajo de la media de la OCDE (6,8%) y de la UE-15 (7,3%). Hemos de ser conscientes de que la sostenibilidad económica del Estado se encuentra gravemente amenazada desde otros contextos: evasión fiscal estimada en un 23,8% del PIB, impuestos poco justos u otras deudas ministeriales mucho mayores (en defensa, por ejemplo, 30.000 millones de €, una cifra extremadamente superior a la de sanidad). La sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud ha de significar que se pueda garantizar la asistencia universal e integral de cualquier persona que viva en nuestro territorio sin exclusión de ningún tipo.
Sanidad mejorable: aunque la sostenibilidad económica de nuestro Sistema Nacional de Salud es perfectamente demostrable, nos enfrentamos a una estructura que necesita serias mejoras. Resulta urgente una evaluación detenida y sosegada de los servicios sanitarios que permita identificar las verdaderas ineficiencias del mismo, así como aquellos elementos organizativos que, de forma perversa, ponen en duda su correcto funcionamiento. El estudio de la variabilidad en la práctica clínica y un desarrollo de la misma fundamentado en el uso adecuado de la medicina basada en la evidencia y de tecnologías sanitarias son elementos imprescindibles para llevar a cabo esta tarea. Una desinversión inteligente en sanidad no equivale a políticas de recorte indiscriminado.
Sanidad malintencionada: las actuales reformas de nuestro Sistema Nacional de Salud, tanto a nivel nacional como autonómico, se están llevando a cabo de forma improvisada y conscientemente malintencionada. Dichas reformas responden no tanto a demandas concretas de la ciudadanía sino al dictamen externo del mercado y “tecnócratas”. Sus consecuencias a largo plazo (deterioro de la salud y bienestar de la población, más endeudamiento y descontento con nuestros servicios sanitarios) serán los elementos que justifiquen la puesta en venta de un derecho fundamental: la protección de la salud. Todo ello acompañado de una paulatina pérdida de soberanía sobre nuestros servicios básicos que ya estamos sufriendo.
Sanidad en venta: los criterios económicos de contención del déficit, la adaptación de la sanidad a modelos propios del mercado y el incentivo gubernamental de la gestión público-privada, han convertido nuestro Sistema Nacional de Salud en una jugosa mercancía con la que especular. La gestión mixta, sin haber demostrado en experiencias previas utilidad clara (salvo para el capital privado) se está extendiendo peligrosamente, cerrando un círculo vicioso que no podremos romper.
La Salud no es un privilegio, es un Derecho
Concentración frente al Ministerio de Sanidad
9 de Mayo // 19:00 h
Madrid
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