A las 8’30 de la mañana de un sábado de mayo, un grupo de montañeros y montañeras aguardaba en los alrededores de la estación de Metro y Tren de Villaverde Alto: era el grupo de La Incolora, que, esta vez, se reunía para partir rumbo a Navacerrada y completar la dura ruta de los 7 Picos. Tanto los habituales a estas reuniones como los “novatos” nos saludamos, besamos y, a las 9 en punto, nos poníamos en camino con destino a:
NAVACERRADA
El día estaba nuboso, pero a medida que nos íbamos acercando a la estación de esquí, un sol radiante presagiaba volver a casa con un colorcillo de lo más saludable. Llegamos al bar de la estación, desayunamos, nos preparamos, consultamos mapas, y la expedición, guiada por el experimentado e intrépido Julisherpa, empezó a ponerse en marcha. La primera cuesta, hasta lo alto del tele-silla, sirvió para calentar motores, y poder contemplar estupendas vistas, como la de la “Bola del Mundo” a nuestras espaldas, pueblos de la Comunidad de Madrid a un lado de la montaña y, en el otro, pueblos y ciudades de la comunidad de Castilla y León, como Segovia o La Granja de San Ildefonso.
Proseguimos nuestra ruta hasta alcanzar el primer pico. Los más valientes se atrevieron a subir hasta el montículo de piedras que había, mientras que el resto descansaba y reponía fuerzas con frutos secos, pan y queso, y demás. Los restos de nieve de la semana y el propio camino complicaron la bajada a algunos, mientras que otros, saltarines, iban esquivando los “obstáculos” como si nada. También ocurrió algo parecido en la bajada del segundo pico. Aún así, todos llegamos enteros al prado donde estaba previsto acampar para almorzar. Aunque el paisaje no tenía nada que envidiar a los verdes prados suizos (había hasta vacas pastando tranquilamente), empezó a soplar un ligero viento que nos hizo comer y comenzar el camino de vuelta a paso ligero.
Sobre las 6 de la tarde llegamos al aparcamiento donde nos esperaba el autobús. Antes de subir, nos tomamos un café o cerveza, que bien merecido lo teníamos.
Ya en el autobús, y de vuelta a Madrid, un espontáneo sacó la guitarra y empezamos a cantar y corear los nuevos “nombres” de los expedicionarios y expedicionarias. Algunos de ellos fueron Jesustillo, Pacorrerse, Aitanatillas, Anabelenpastores, Davidcioso…Sobre las siete de la tarde llegamos a Villaverde. Allí nos despedimos, y regresamos a nuestras casas pensando en la próxima salida a la naturaleza.
MIriam dice
Oye, a ver si la próxima vez hacemos mejor las fotos eh? ¡Que sólo salgo en una! 😀 (es bromaaaaaa).