“La historia de Esperanza”
La V Edición del Concurso Nacional de Cuentos y Dibujos Serunion Educa ya tiene ganadores. El jurado ha considerado que el dibujo “Nosotros y ellos” de María Romojaro Díaz (Toledo) y el cuento “Una hisotria de Esperanza” de Lucía Jiménez (Madrid) han sido los mejores trabajos entres los más de 10.000 niños y niñas que este año han participado en el concurso.
Esta V Edición llevaba por título “El agua nos lleva a la escuela” y ha sido organizada con el patrocinio de UNICEF. El tema pretendía concienciar de la importancia del agua como recurso básico del que millones de nios no disponen, y en conscuencia se reduce la posibilidad de que puedan acceder a una escolarización adecuada. El concurso tenía una vertiente solidaria: por cada participante, Serunión donará a UNICEF 0,20 € para la realización de proyectos en defensa de la infancia desfavorecida en el mundo.
El próximo miércoles Villaverde recibirá , al Concejal del distrito de Villaverde, a miembros de UNICEF, profesores, alumnos , a miembros de Serunion Educa… etc. para hacer entrega a la alumna Lucía Jiménez de 6º A del CEIP Cristóbal Colón del premio como ganadora absoluta a nivel nacional, del V CONCURSO NACIONAL DE CUENTOS Y DIBUJOS SERUNION EDUCA.
La historia de Esperanza de Lucía Jiménez. 6º A – CEIP Cristóbal Colón (Madrid)
Tongoliki. Era la mayor de cuatro hermanos, y como su madre estaba enferma, ella se tenía que hacer cargo de todos.
Esperanza era una niña lista, pero no podía ir a la escuela debido a las circunstancias familiares que tenía en casa. Todos los días debía recorrer 11 kilómetros andando para poder traer el agua necesaria para cocinar, hacer la colada, lavarse las manos…
Un día el pueblo recibió una grata sorpresa, venía un profe de Madrid para enseñar a los niños a leer, escribir, etc…
Esperanza no podía ir a la escuela; un día cuando iba a la fuente se encontró con la profesora, que le preguntó:
– – –
¿Quién eres? Soy Esperanza – dijo la niña. ¿Por qué no vas a la escuela?- le preguntó la profe.
Esperanza le contó que no podía ir porque su mamá estaba enferma y ella tenía que ocuparse de sus hermanos. A la profesora le dio mucha pena que una niña tan lista no pudiera aprender a leer ni escribir, y entonces llegó a un acuerdo con ella: todas las noches, cuando Esperanza acabara sus tareas, iría a casa de la profesora a aprender.
Y así fue: todas las noches Esperanza iba a casa de Diana y cada día aprendía muchas cosas. Un día, cuando estaban juntas, a Esperanza se le ocurrió que podrían presentar un proyecto para que los países más ricos y desarrollados les pudieran ayudar a conseguir agua para su pueblo. Esperanza cuando estudiaba se dio cuenta de que si conseguía que el agua llegara a su pueblo podrían plantar semillas y obtener alimentos, entonces acabarían con el hambre. Si todos los niños estaban bien alimentados, tampoco habría enfermedades ni muertes.
Juntas hicieron un gran proyecto; vieron cómo llevando el agua al pueblo podían conseguir que disminuyera la mortalidad infantil y que todos en el pueblo fueran más felices.
Un día Diana recibió una carta de UNICEF, que quería conocer el proyecto de Esperanza. Ella y Diana cogieron un avión y juntas fueron a defender el proyecto. En el propio avión Esperanza se quedó asombrada pues existía un servicio y tenía agua.
Llegaron juntas a la sede de UNICEF y explicaron lo pobre que era su pueblo, y cómo todos los días los niños se morían de hambre. Las personas que estaban en la reunión se quedaron muy tristes, pues aunque el proyecto era muy bonito no había dinero para empezarlo. Se fueron tristes de nuevo al pueblo pues parecía que no habían conseguido nada.
Pasaron muchos meses y la situación de Tongoliki era cada vez peor, no llovía nunca y lo poco que llovía no se podía aprovechar, ya que no existían embalses, ni acueductos. Un día llegó una empresa llamada Serunión dispuesta a trabajar en el pueblo y construyeron un embalse, y canalizaron para que el agua llegara a las casas. Plantaron árboles frutales y semillas, lo que consiguió que lloviera más. Los niños del pueblo cada vez eran más sanos, ya no pasaban hambre, todos podían ir a la escuela pues no tenían que recorrer 11 kilómetros para conseguir el agua, la tenían en sus casas.
Llegó el día en el cual Diana le explicó a Esperanza que su misión había terminad o y que se volvía a seguir trabajando en España. Esperanza se quedó muy triste porque llevaba mucho tiempo trabajando con Diana, y juntas habían conseguido hacer al pueblo feliz.
Pero poco a poco Esperanza fue recuperando la alegría cada vez que abría un grifo y en su casa había agua.
Esperanza nunca olvidará lo que Serunión y UNICEF hicieron por su pueblo. FIN
Deja una respuesta