Cuando el ser humano sea capaz de hacer el sencillo ejercicio de ponerse en el lugar del otro, se acabarán injusticias tan palmarias como la prostitución y cualquier otra clase de explotación de una persona humana por otra.
Que el hombre que vaya a contratar a una prostituta, se imagine por un momento a su madre, hija o hermana y seguramente tendrá una opinión más equilibrada de lo que estamos hablando.
¿Prostitución libre?
Si se permitiera, habría gente que se ofrecería como esclavo; de hecho dos terceras partes del mundo usan la esclavitud y la tercera parte está volviendo a ella (contratos basura y superexplotación y engaño).
La sexualidad, debe de ser abierta, libre y sin prejuicios religiosos ni moralinas trasnochadas, pero realmente voluntaria y productora de alegría…sin tener que desenvolverse en la miseria, lejos de la instrumentalización, abandono formativo y afectivo de tantas y tantas personas.
rosa dice
Nadie debería verse en la encrucijada de, por necesidad o por miedo (mafias, etc.), ser prostituta. Nosotras, madres, deberíamos educar a nuestros hijos (ahí comienza la educación, en la familia) en el respeto a las mujeres para que así se lo piensen mucho antes de “utilizar sus servicios”… Por supuesto lo anteriormente dicho es también válido para la prostitución masculina.