Hoy ni lo social ni lo político son capaces de abrir vías para salir de la pobreza en la que estamos las mentes de las personas instaladas.
La realidad, hoy, es durísima y plantear la realidad con crudeza no es síntoma de desánimo o pesimismo, bien al contrario es condición imprescindible para intentar hacerle frente. La realidad se ha identificado con el capitalismo, que es el poder, sin que nada quede fuera. El cierre de lo político y lo social, la ausencia de oposición o alternativa, la reducción a posibilidad única, el estrechamiento de los márgenes de maniobra, la reducción de la política y de lo social a algo vano e inútil, tiene su causa en el imperio de una opción económica convertida en ley y las dificultades para cambiarla rayan con la imposibilidad de hacerlo.
Y en esa realidad es en la que estamos todos sumergidos, a veces como víctimas, es cierto, pero también prestándole nuestra adhesión. Nuestros modos y estilos de vida de vida, nuestros consumos, nuestras necesidades… todo que realmente nos mueve y constituye nuestras vidas, son nuestro voto … somos parte de la realidad, somos capitalismo.
Con lo social y lo político caídos , cuando otro mundo es imposible, cuando no hay nada que hacer, ¿qué es lo que podemos hacer? Esa, creo, es la pregunta que tenemos que hacernos y mantener permanentemente abierta, sin que, naturalmente, tenga yo respuesta a ella.
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