En la lucha contra la prostitución, los esfuerzos deberán orientarse a la desarticulación del sistema socio-económico que engendra la prostitución, el cual ha concebido a la mujer como bien de intercambio, comercializable, ya fuere para el uso y abuso de su cuerpo en la búsqueda de satisfacción de placer sexual, como también para su explotación como mano de obra.
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