La tolerancia a la prostitución perpetúa su continuidad y permite, a través de la trata, ofrecer a los clientes mujeres de diversa procedencia con el valor añadido de lo exótico o inusual. La trata para fines de explotación sexual comercial conforma un sistema de intercambio comercial en el que cliente obvia la situación de la persona ofrecida o víctima en cuanto a su voluntad, libertad, obligación o esclavitud. Esto es más grave aún si se tiene en cuenta que gran parte de las víctimas son niñas o adolescentes. En el 1996 el Congreso Mundial contra la Explotación Sexual, celebrado en Estocolmo, se expuso como una de sus conclusiones fundamentales que la discriminación de género constituye una de las principales causas de la explotación sexual.
La trata para fines sexuales comerciales no sería de tal magnitud si la prostitución, como práctica social, no tuviera el arraigo y aceptación con el que cuenta. De manera constante se pretende argumentar que la prostitución es “el oficio más antiguo del mundo” y que es “un mal necesario”, la repetición de estas frases demuestra que el imaginario de la sociedad actual estima que puede ser una actividad necesaria, que genera ingresos. Podría decirse, una actividad como cualquier otra.
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