Hay que tocar fondo para volver a emerger.
Nos han engañado como a tontos. Han tomado el pelo a los más desesperados, a los más asustados, a los que ven llegar el día en que la tienda no fía, y el banco o el dueño del piso le echa a uno de su casa, al no poder pagar hipoteca o alquiler. Nos tienen atemorizados. Nos intentan poner a todas las víctimas, unas contra otras.
La esperanza que en este paisaje se vislumbra es que cada vez hay una mayor conciencia de que los derechos humanos están por encima de los gobiernos y del sistema económico mundial y, por ello, crece la esperanza de que esta conciencia llegue a ser común. Y eso no habrá quien lo pare.
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