Ahora resulta que la Comunidad de Madrid, que no subvenciona nada, ha decidido subvencionar las terrazas de los bares. A mí me parece bien, soy muy partidaria de las subvenciones públicas así que no puedo sino alegrarme de que nos sobre el dinero. Porque si hay dinero de sobra para gastárselo en las terrazas de los bares eso quiere decir que habrá dinero también para las cosas importantes. ¡Y con qué rapidez han encontrado el dinero! ¡Qué diligencia! Apenas unas semanas después de la entrada en vigor de la ley que prohibe fumar en los bares, la Comunidad ya sabe cómo hacer para que todo el mundo esté contento.
Cómo me alegro de saber que por fin las personas afectadas por gravísimas enfermedades y minusvalías van a poder acogerse a la ley de dependencia para llevar vidas más dignas a las que tienen derecho por ley y por justicia; todas esas personas que llevan años esperando porque Madrid no tiene dinero, según decían. Sus problemas han terminado. Por fin las familias con problemas económicos van a tener quién pague los libros de sus hijos y sus menús escolares, ¡qué alegría!. Eso por no hablar de la alegría que tendrán también los colectivos y asociaciones que luchan contra el VIH y a quienes la Comunidad les retiró las ayudas que venían percibiendo para dar esa batalla. Ahora, gracias a que Madrid ha encontrado el dinero, podrán seguir con esa lucha que nos afecta a todos y todas. Cómo me alegro de que por fin la Comunidad de Madrid pueda hacer frente a sus obligaciones con los madrileños.
Pero después me alegro aun más porque según leo la noticia, veo que la Comunidad no sólo tiene dinero, sino que debe tener muchísimo, ya que ha destinado a esta partida, (“estufas para las terrazas de los bares, cambio de mesas, sillas, sombrillas y toldos, jardineras o maceteros exteriores”), ¡600.00 euros!. Yo no sé cuánto dan de sí 600.000 euros, ni me lo imagino, pero debe ser muchísimo porque es el doble de la partida que el Senado ha destinado al año para que puedan escucharse en la Cámara territorial todas las lenguas españolas. Y a tenor del escándalo que la derecha y algunos otros rancios han montado por semejante gasto está claro que debe ser una barbaridad. ¿Qué la izquierda se gasta 300.000 euros en traductores? ¡Pues nosotros 600.000 en estufas! Así es nuestra presidenta, que no repara en gastos por el bien de los madrileños.
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