(fuente: Red-Feminista)
El Vaticano acuñó el término “nuevo-feminismo” tras la encíclica Evangelium Vitae en la que Juan Pablo II llamó a la creación de un “nuevo-feminismo”, un “feminismo cristiano, pro-vida” que asumía sin embargo, derechos formales para las mujeres.
Los éxitos políticos del FEMINISMO forman ya parte de los valores democráticos y no admite, por tanto, una crítica integral. El Vaticano consciente de que las sociedades democráticas tienen poca tolerancia hacia un sexismo hostil y dado que no cabe un enfrentamiento abierto y sin matices, queda obligado a asumir parte de la teoría viendose obligado a construir una corriente discursiva.
Pero el “nuevo-feminismo” vaticano es en realidad un contramovimiento que se construye contra las teorías sociales que permiten desvelar las normas, representaciones, ideas y comportamientos que se han ido construyendo socialmente como “naturales” y atribuidos a las diferencias biológicas de los sexos[1]. Lo enmarcan, además, en un sistema dual bueno-malo.
Su feminismo bueno lo circunscriben a la reivindicación de la igualdad formal y lo aderezan con pizcas de un “orgullo femenino” que le ofrece el feminismo de la diferencia que considera nocivo para las mujeres cualquier empeño por cuestionar las “exigencias biológicas” negando por tanto las asignaciones construidas culturalmente.
Lo contraponen y enfrentan a un feminismo malo al que identifican con el feminismo analítico que cuestiona las normas y estrategias coercitivas que imponen el modelo social androcéntrico. Identifican, por tanto, la categoría analítica del Género como el elemento perverso que permite contravenir su concepción de la construcción social y simbólica de los hombres y las mujeres sobre la base de la diferencia sexual. En sus escritos lo denominan como “ideología del género” o “ideología de la muerte”.
El “nuevo feminismo” vaticano, trabaja activamente para contrarrestar los avances de las mujeres ya que según ellos esta ideología supone “la Revolución Cultural más profunda y dramática de toda la Historia de la Humanidad”[2].
Sus alegatos analizan y contra-argumentan los textos clásicos del feminismo y concluyen con apocalípticas descripciones como las del obispo de Castellón-Segorbe que ha expresado que detrás del término Género
“se esconde una ideología malévola que busca abrirse paso en las conciencias para instalarse en nuestra cultura, cada vez más andrógina o unisex. Se trata, en definitiva, de una revolución extrema: lograr una cultura nueva, o contracultura, que excluya el matrimonio, la maternidad, la familia, y acepte todo tipo posible e imaginable de práctica sexual”. [3]
Según este apologeta religioso “en España estamos sufriendo, cada vez más, las consecuencias de esta perversa ideología”, cosa que según él, “se refleja en el talante de nuestros gobernantes y en las reformas legislativas que pretenden aprobar” haciendo referencia a la nueva ley de matrimonios, la enseñanza en las escuelas de pautas comunes para poder convivir como buenos ciudadanos/as o la ley de salud sexual y reproductiva.
Su beligerancia es tal que a través de la Instrucción Pastoral “ORIENTACIONES MORALES ANTE LA SITUACIÓN ACTUAL DE ESPAÑA” la Conferencia Episcopal identifica el apoyo gubernamental a lo que ellos laman “ideología de género” como uno de los principales problemas que afrontan los valores católicos en España.
Parece evidente que el boicot, resistencia y acciones de contra-movimiento, hacia los procesos sociales que están tratando de transformar pautas y patrones culturales sexistas, están orientados por la Iglesia Católica y que son sus reflexiones y argumentaciones las que alimentan las acciones y posicionamientos de las políticas conservadoras en materia de igualdad. El rechazo a la asignatura de Educación para la Ciudadanía es paradigmático y especialmente grave desde la perspectiva de la Igualdad de Oportunidades ya que, significa la obstaculización a una de las estrategias gubernamentales para acelerar el avance de la igualdad de las mujeres.
La reciente oposición del PP a la iniciativa legislativa que trata de impulsar juegos no sexistas en los colegios pone en evidencia la concreción de sus resistencias a los cambios a favor de la igualdad.[4]
Hay dos niveles de ataque:
- Uno al conjunto de las mujeres al ser las principales perjudicadas de su modelo; un modelo que se construye sobre la limitación de nuestros derechos y expectativas.
- El otro va dirigido a las activistas que son expuestas a la eterna estrategia de burla, ninguneo, ultraje y humillación por parte de los neoconservadores. Tenemos muchos ejemplos en España del menosprecio a las políticas públicas de igualdad y de embestidas hacia quienes trabajan activamente a favor de esas políticas.
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A pesar de todo, moneda de cambio
Para las religiones, las mujeres no somos sujetos morales con capacidad de actuar responsablemente y por tanto queda justificada la tutelada de los varones y el control de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad. Ese control se sigue cimentado, en algunas partes del mundo, imponiéndonos leyes religiosas basadas en supuestas voluntades divinas, en otros lugares demandando y atribuyéndonos comportamientos sujetos a la biología.
En general, las religiones se convierten en garantes de la tradición androcéntrica y por eso es esencial en nuestras agendas la pugna para que el establishment religioso pierda su capacidad de influencia hacia al poder político. Debemos interactuar de manera más resuelta a favor de un estado laico ya que ésta es una condición necesaria para que las mujeres del mundo podamos traspasar las fronteras de culturas que amparan prácticas que violan nuestros derechos fundamentales.
La reflexión feminista ayudó a desentrañar su sistema de creencias y a evidenciar las consecuencias políticas del mismo, por tanto no es de extrañar que el Vaticano e ideólogos a su dictado haya identificado y señalado lo que ellos denominan “la ideología del género” como enemigo a batir en el plano conceptual y organizativo. Esto es así hasta el punto de que existen grupos llamados a “estudiar y analizar en profundidad esta situación para poder darla respuesta seria, sistemática y planificada”[5].
Todas las religiones identifican el feminismo como un elemento hostil a sus intereses. Quizás ninguna otra ideología ha desentrañado con tanta precisión sobre que pilares sustentan su poder. Dependiendo de la parte del mundo en que estemos veremos que tratarán de enajenar nuestros derechos o de frenar el ritmo de nuestros avances.
Para nosotras construir alianzas de defensa de los derechos adquiridos es esencial, pero, habrá dificultades para cimentarlas ya que en estos tiempos convulsos muchos/as tratarán de moderar nuestras reivindicaciones como ofrenda que apacigüe la virulencia de los integrismos. No en vano las mujeres siempre hemos sido moneda de cambio.
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